Entre el 30 de setiembre y el 4 de diciembre, el festival Temporada Alta ha reunido en Girona un total de casi 100 espectáculos muy diferentes. En el paquete se ha incluido danza, música, teatro y performance nacionales e internacionales, con una variedad enorme de estilos y creadores.
De los 75 espectáculos ofrecidos –sin contar las sesiones de cine, los conciertos ni los asaltos del torneo de dramaturgia catalana- una servidora ha visto un total de 35 – algunos en el festival y otros que ya había degustado anteriormente-. Ahora, dentro de esta selección, me pongo en la difícil tesitura de escoger los 10 espectáculos que más valoro del festival, por orden de representación:
1. InTarsi: Delicadeza, virtuosismo y buen humor en este work in progress para todos los públicos. Los miembros de la Cia. Eia se ganan a niños y adultos con naturalidad y aparente sencillez sin renunciar a todo tipo de piruetas vertiginosas. Una delicia llena de humildad y saber hacer.
2. Art: Sorprendente montaje de la comedia de boulevard creada por la francesa Yasmina Reza. Bromas ocurrentes, escenografía interesante e interpretaciones notables con un sobresaliente Pere Arquillué.

Davant la jubilació
3. Davant la jubilació: Krystian Lupa vuelve a dirigir un Berhard y por primera vez lo hace con actores catalanes. Un texto incómodo sobre el final del nacismo y las convicciones llevadas al extremo. El montaje, lento y profundo, transmite una incomodidad latente, en la que Mercè Arànega y Marta Angelat demuestran presencia y contención sobre las tablas.
4. Dansa d’agost: En su día lo escogí como uno de los mejores espectáculos de la temporada, así que por coherencia toca volver a nombrarlo. Cálido, delicado, con grandes interpretaciones y una puesta en escena preciosa. Una joya absoluta.

La mouette
5. La mouette (La gaviota): Txèkhov siempre (me) resulta atractivo. Pero por si el clásico ruso fuera poco, el alemán Thomas Ostermeier le añade a la obra una gran cantidad de detalles únicos. Para empezar, cubre la historia con monólogos reivindicativos con la sociedad y con el propio teatro, como si los personajes vivieran en nuestra época, como si sus discursos pudieran aplicarse a nuestro día a día (¡y vaya si pueden!). Maravilloso el acercamiento que produce la traducción de alguien del público, con espontanea apariencia y proximidad. Impactante y rompedora la puesta en escena del monólogo de Nina, que le da al texto la forma visible y sorprendente por la que clama. Y para acabar de redondearlo, el director lo recubre todo con una escenografía construida y reconstruida en directo por la brocha gigante de Marine Dillard. En conjunto, un regalo atractivo en forma y contenido.
6. L’home sense veu: Clàudia Cedó vuelve a utilizar la ciencia para hablar de un tema humano. Y lo hace con una comedia tierna, divertida y con un planteamiento de lo más original. Con un especialmente brillante Jordi Subirá, Cedó da literalidad a la expresión “estar en la luna” y consigue conmover y transmitir todo tipo de emociones.

Primer álbum
7. Primer Álbum: Xavier Bobés, Shaday Larios y Jomy Oligor, detectives de objetos, han investigado durante tres meses los secretos escondidos en las casas y los negocios del casco antiguo de Girona. Fijándose en las historias ocultas, estos artistas de la manipulación tangible han situado su espectáculo en una carpintería llevada por 4 generaciones de una misma familia. En el propio espacio, con un secretismo absoluto y a través de antigüedades y anécdotas, los tres detectives crean una puesta en escena íntima en la que con humor y ternura se nos desvelan los detalles más curiosos del paso del tiempo. Si las paredes hablaran… lo harían con una voz tan dulce y poética como la atmósfera de esta función.

Les benignes
8. Les benignes (Las benévolas). Tres horas y media de puñetazos emocionales. Asco, terror y a la vez culpa. Y es que el personaje protagonista de esta historia es un oficial nazi que no se arrepiente de nada. ¿Lo peor? La insistente voz con la que nos recuerda que no es tan diferente de cualquier otro ser humano, de ti o de mí. Así es la novela de Jonathan Littell que el belga Guy Cassiers ha llevado al teatro. Un montaje cautivador directo al alma, en el que se trata el nacismo como un arma de pura supervivencia, como una lucha de especies inevitable. Argumentos como el “ellos harían lo mismo” incomodan, inquietan y nos confunden. Y lo hacen sobretodo porque no están tan lejanos a nuestros días. La tortura emocional que implica la obra vale la pena como una alarmante advertencia. El futuro no está escrito y nada impide que lo que pasó una vez pueda volver a repetirse.

Equal elevations
9. Equal elevations: Palmas, danza y guerra. Cuatro miembros de La Veronal son los que participan en esta coreografía de Marcos Morau breve pero intensa, con movimientos retorcidos e impactantes. Solos, dúos y coreografías a cuatro en una comunión de extremidades solapadas, siempre rodeadas y observadas. Elegancia, confusión y belleza a ritmo del sello musical de Steve Reich con cuatro intérpretes magnéticos y absorbentes.
10. Afasians – The last conference. De la comunión entre Za! Y loscorderos.sc sale un espectáculo gamberro y desvergonzado en el que lo absurdo se transforma en ciencia. Divertido, fresco y rompedor, una apuesta que puede gustar o no, pero que seguro que es diferente a todo lo visto anteriormente. Una locura memorable.
Para no extenderme, dejo en el tintero otros muchos espectáculos del festival que también merecen mención. Es el caso de Psicosis de les 4.48, el monólogo de Sarah Kane interpretado por una potente Anna Alarcón. O Acceso, otro monólogo que refleja las miserias de la clase más baja de Chile, con una proeza interpretativa de Pablo Larraín. ¿Y qué decir de Les cadires? Teatro del absurdo con un gran ejercicio de imaginación y complicidad entre Carles Martínez y Míriam Alamany.
Valoración global
En definitiva, Temporada Alta acaba su 25a edición después de más de dos meses de actividad frenética. Y aunque no todos los espectáculos han sido de los mejores, sí que han habido momentos de mucha calidad. Las propuestas más rompedoras, concentradas sobretodo en la semana de programadores -el denominado Sacseja’t– han sido las más destacadas. Sin embargo, las otras propuestas nacionales e internacionales también han conseguido convertirse en memorables.