Obviamente ha sido un acierto, por parte del Festival Internacional de Jazz de Canarias, traer a este gran artista como colofón de su vigésima tercera edición. Para esta ocasión Joshua Redman ha venido con uno de sus cuartetos más célebres (el segundo después del que formara con el magnífico Brad Mehldau, Christian McBride y Brian Blade). Llevan tocando desde 1998, empaque que se transmite desde el escenario. Ha venido con el talentoso (también leader de su propia banda) Aaron Goldberg al piano, con el aclamado bajista internacional Reuben Rogers y el brutal baterista y productor Gregory Hutchinson.
Redman mueve un estilo fresco, comercial y sensual que gusta al gran público; todo a saxo tenor. De su nuevo álbum ‘Walking Shadows’ tocó varias composiciones personales y temas conocidos, -entre ellos una composición del majestuoso Wayne Shorter (Infant eyes) y otra de John Lennon & Paul McCartney (‘Let it be’, una versión sumamente emotiva y cargada de amor con una impro de Joshua al final que la convierte en un perfecto homenaje)-. En el segundo tema nos mueve el corazón el virtuosismo de Goldberg, con su impresionante destreza. Hay un momento al final del tercer tema en el que Joshua Redman está solo con el máximo aire y el mínimo sonido, que deja a los espectadores perplejos sin aplaudir, respetando un momento de pura delicadeza; y pasa a su ‘Leap of Faith’ sin pausa y demostrando porqué es uno de los artistas de jazz más exitosos.
Un concierto muy breve (apenas una hora y veinte minutos) donde se siente lo grandes que son cada uno de los músicos integrantes de este cuarteto y donde las palabras que profirió Dianne Reeves con respecto a Hutchinson “puro genio” se pueden extrapolar a cada uno ellos. Quizá por este motivo echamos en falta un poco más de pasión y un bis de cosecha propia y no el ‘Autumn Leaves’.
