FLOR (ES). CUALQUIER LUGAR, CUALQUIER MUJER.
Reparto: Aida Villar, Luna Paredes, Carmen Valverde y Carmen Bécares,
Dramaturgia: Inma Chacón, Carmen Losa y María Prado. Colabora José Ramón Fernández.
Dirección: Miguel Cubero.
Un producción de La Espera Producciones
Sala Mirador. 7 de septiembre de 2019. Madrid
LA SAL ESCUECE por Carlos Herrera Carmona.
Bert Hellinger, en una de sus obras que trasciende la psicoterapia llamada Órdenes del amor, sostiene que «soltar significa seguir el camino transformado» y que «el papel de víctima es la forma más sútil de la venganza, pues en la lucha de poderes las víctimas salen vencedoras». En la pieza que aquí nos atañe, Flor(es). Cualquier lugar, cualquier mujer, parece ser un desarrollo, tanto dramatúrgico como performativo, del primer pensamiento del filósofo alemán y rechaza frontalmente el segundo postulado de éste.
Fabricado el texto por cuatro mentes creadoras, resalta por sí misma la siempre sutil pincelada femenina la cual, con su modo genuino de descubrir el universo, amplía y redimensiona lo que otros ojos, los del hombre, limitado y limitante, no pueden alcanzar. La visión de una fémina es de 360 grados. Es ley. Los parlamentos y diálogos se suceden, se solapan, se anteponen, se superponen, avanzan, retroceden, se filtran, se vuelven transparentes, por su denuncia en pie de guerra, y se tornan opacos por lo áspero del dolor, en una suerte de limbo donde la memoria, como yo suelo decir, se dedica sin cesar a juegos muy crueles.
Se me antoja que el patrón de medición del texto es el psicodrama: las cuatro actrices (más bien altavoces, gritos, pequeños himnos, alarmas incandescentes) recrean situaciones y ponen bajo cenitales a seres perdidos a fin de expiar, soltar, con la esperanza de seguir viviendo, siempre y cuando se haya producido un cambio -positivo, claro está- en su interior, un resorte terapéutico, una catársis antibiótica que las prevenga de una infección letal para el resto de sus vidas. ¿Cuántas madres, como dijo aquél, al igual que tú, hay en esa larga cola que lloran a sus hijos perdidos? ¿Cuántas puertas aporreadas se derribaron para raptar y acribillar a balazos a quienes se les antojaba? ¿Aún así te vas a seguir quejando y negando, tú, mujer, recipiente donde nace la humanidad?
Flor(es) puede configurarse como un canto a las triunfadoras que han vencido a la memoria aciaga, al recuerdo paralizante cuyo alegato es dejar muy claro que, revivir a los muertos no significa caer en el dramatismo plañidero que las víctimas usan para ser protagonistas y que, como los pensamientos oscuros en nuestra mente, puedan llevarse el oro y los fecundos, el carbón.
Voces límpidas, entonaciones vibrantes y un saber estar y ser en la escena de este cuarteto. Se percibe, no sólo la unión repleta de energía entre los personajes sino que, un servidor pudo vislumbar debajo de esa capa interpretativa una ligazón de compañeras afanadas en contar secuencias óptimamente sincronizadas donde abrigos y zapatos -el cosmos de lo femenino vuelve a relucir- ejercen de hilos conductores -a veces estas acciones tan reiteradas de cambios de vestuario despista la atención del poder de sus palabras y gestos- a los que hay que estar muy atentos para que no nos ocurra como Ariadna y perdernos en el laberinto terrible de sus vivencias presentes, pasadas y futuras, es decir, en el tiempo de nuestra guerra más ruin, o en los tiempos venideros.
Flor(es) un estampa recordatoria donde las mujeres de España -o de la historia- cantan, cuentan y alertan que sufrir no lleva a nada, y que mirar hacia atrás con ira sólo nos puede convertir en sal, y la sal sobre una herida, ya se sabe, escuece, porque la Memoria puede ser orquídea o serpiente, según la tratemos.
Carlos Herrera Carmona es profesor, autor y crítico de teatro. Su última publicación, las obras de teatro «Sabina» y «La maldición de Mírtilo» se presentará en Madrid, en Imprenta Artesanal-Artes Libros el próximo 3 de octubre y en el Ateneo de Sevilla el 8 de noviembre. @seville70 www.carlosherreracarmona.com