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Crítica de Sugar. Ningú és perfecte - Masteatro

Crítica de Sugar. Ningú és perfecte

El año pasado el Teatre Guasch dejó de ser Guasch y pasó a ser Teatre de l’Eixample. Las deudas de los propietarios del Guasch les obligó a bajar las persianas y presentar un concurso de acreedores. La compañía La Paparra cogió el testigo y desde hace ya poco más de un año ha reabierto las puertas (después de unas pequeñas reformas) y ha empezado a volver a llenar las butacas. Pero sin duda el gran lleno lo están logrando con un musical clásico, que ya obtuvo un gran éxito de público y crítica el año pasado cuando estuvieron en el Gaudí. Se trata de Sugar. Ningú és perfecte, la adaptación musical de la genial comedia Con faldas y a lo loco (Some like it hot, Billy Wilder, 1959).

Sugar es una adaptación al catalán (precisa traducción de Roser Batalla y Roger Peña) de la obra que en los ’70 se representó en Broadway con gran éxito. En esta adaptación destaca la imaginación por encima del gran presupuesto y la productora Som-hi Films ha montado una escenografía encajada al milímetro. Y es que el escenario del antiguo Teatre Guasch es sin duda uno de los más estrechos que un servidor recuerda. Pero con una camilla, una taquilla o con un banco (entre otros elementos) y con un juego de luces, pasamos de los bajos fondos del frío Chicago a el calor y la exuberancia de Miami. Y siempre con la banda en escena, con la que los actores interactúan un par de veces en un par de gags bien contextualizados.

La historia es ampliamente conocida por el gran público (y el que no la conozca, está tardando en buscar el original de Billy Wilder): dos músicos que se hacen pasar por señoras para entrar en una orquestra de mujeres para que, con esta nueva identidad, puedan huir de los capos mafiosos que les buscan por ser testigos de un asesinato. Pero en esta orquestra se encontrarán con la inocente y seductora Sugar, un auténtico bombón con las curvas de Marilyn Monroe. Los dos hombres/mujeres fueron Tony Curtis y Jack Lemmon, una pareja cómica icónica. Dos actuaciones, sobre todo la de Lemmon, memorables. Por eso adaptar esta comedia es un reto para aquellos que interpreten los personajes. Pau Doz, el director, tenía muy claro que en cuanto al texto sólo debía seguir la narrativa del original, una estructura precisa como un reloj suizo, aunque el final es diferente (desconozco si es una adaptación sui generis o es algo que ya se hizo en el original de Broadway) pero funciona perfectamente. Pero, sobre todo, Doz, sabía que necesitaba de un elenco que tuviera el ritmo cómico de Curtis y Lemmon y la sensualidad e ingenuidad de la Monroe. Los escogidos fueron en su principio, Iván Labanda y Xavi Duch, dos intérpretes fantásticos con una carrera teatral y musical fulgurante. Pero son tan buenos que este espectáculo se les queda pequeño. Labanda ahora se encuentra en Scaramouche y Xavi Duch hace doblete con El petit príncep. Así pues, el nuevo Joe/Josephine es Rubén Yuste (cuya presencia física se ajusta más al patrón de Tony Curtis que la de Iván Labanda) y Jordi Llordella se encarga de hacer de cover de Duch. En nuestra función, vimos que Llordella es sin duda otro animal de la escena y que domina el registro cómico, dispone de un arma vocal idónea y que sabe bailar con la misma gracia y destreza que Duch (aunque sabemos de buena tinta que Xavi Duch es un Lemmon en potencia). Pero para un servidor la sorpresa fue Rubén Yuste, cuya última aparición fue el drama oscuro Homes foscos, donde su trabajo vocal era apabullante. Aquí se suma a lo coral, aunque en algún numero solista vuelve a proyectar todo el dramatismo en una voz grave y resonante ¿Y ella? Pues Bealia Guerra da vida a la explosiva e ingenua rubia. Fantástica y seductora. Al alrededor del trío protagonista destacan jugosos secundarios: como la nunca suficientemente valorada Maria Santallusia, una cómica de primer nivel, con un chorro de voz que ya dejó sentir en producciones como La festa salvatge o Ruddigore; Pep Cortés, que aporta su bondad al Osgood que se encapricha por Josephine, mientras se limita a hacer unos sencillos pasos de baile y a cantar sin estridencias; y Carles Sánchez, cuya presencia y voz grave se hacen imprescindibles para dar vida al mafioso Palazzo.

Lo mejor del espectáculo sin duda es ver como una comedia tan bien hilvanada gana en ritmo y en gags con una composición musical a ritmos de swing y jazz y con unas coreografías muy bien diseñadas. Y ver moverse a los actores y bailarines de esta forma en un espacio tan chico tiene mucho mérito. Bueno, lo que seguro que tienen son muchas horas de ensayo.

 

Sugar. Ningú és perfecte basada en la película Some like it hot de Billy Wilder i A.I. Diamond

Traducción de Roser Batalla y Roger Peña.

Dirección de Pau Doz.

Interpretada por Xavi Duch/ Jordi Llordella, Rubén Yuste, Bealia Guerra, Pep Cortès, Maria Santallusia, Carles Sánchez, Dani Claramunt i alguns més.

Musical cómico y romántico basado en una comedia icónica.

Hasta el 29 de enero en el Teatre de l’Eixample.

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