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En 'Serlo o no' Flotats demuestra su gran maestría del teatro y la estética
Jean-Claude Grumberg

Crítica de ‘Serlo o no’

Serlo o no tiene una escenografía cargada de tradición y belleza. Nos evoca a aquellos maravillosos diseños de espacios rítmicos, creados por el gran Adolphe Appia en  “Claro de Luna”, o “Muelle” (ambas de 1909). Escaleras que suben y bajan, partiendo con armonía de un rellano o hall de entrada, a un edificio de viviendas. Alejandro Andújar y Albert Faura crean el ambiente perfecto para que el arte del actor surta efecto.

El afamado escritor y dramaturgo francés Jean-Claude Grumberg es el inventor de Serlo o no que lleva como subtítulo: Para acabar con la ‘cuestión judía’.

Una rica comedia cargada de matices, de Historia, de política, de desinformación… Cuando en el año 2013 se le presenta la oportunidad de ponerla en escena, Josep Maria Flotats no lo duda ni por un instante, aunque le cueste casi dos verla hecha realidad.

Con la experiencia de sesenta años al servicio del Teatro, Flotats es uno de los más icónicos actores del panorama de nuestro país. En Serlo o no además lleva la dramaturgia escénica y la dirección. Con un arte solemne, con una facilidad atroz, con un instinto agudo y un talento emocional y estético sublime logra, junto al joven Arnau Puig, armar éstas escenas.

Ésta tragicomedia pone cara a cara a dos personas cualesquiera, que casualmente les ha tocado vivir en el mismo edificio. Y tras un tiempo cruzándose escaleras arriba, escaleras abajo,  buzón y puerta de entrada, un día uno de ellos da el paso y le pregunta al otro: “¿Es usted judío?”  O más bien lo afirma, porque su mujer lo ha visto en internet y su intriga le lleva a preguntar más: “¿Qué es ser judío?”. No sabemos el nombre de ninguno de los personajes, sólo que el vecino de abajo es Puig -que tiene una mujer muy aficionada a creer todo lo que lee en internet sin importar las fuentes- y que el vecino de arriba, judío de nacimiento, es el propio Flotats.

Tras unos encuentros entre vecinos, muchas preguntas y tras la transformación, llega el momento más maravilloso de la pieza, en el que el judío encarnado por Flotats, se presenta en proscenio ante el público, rompiendo la cuarta pared y por fin se presenta (para sorpresa de todos) como ‘Jean-Claude Grumberg’. Que habla sobre la trágica historia de su familia en Auschwitz, anécdotas de familia, de amores, de mezcla de razas y del triunfo de la verdad, la hermandad, la justicia y de Bella. Flotats, al igual que un tejedor, lleva al espectador como un hilo por todas las emociones que se pueden experimentar. Sin duda un final de una importante maestría teatral y estética.

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