Tic, tac, tic, tac… El tiempo pasa y no vuelve nunca. La juventud pasa y no vuelve nunca. La felicidad pasa y… ¿vuelve? A «les tres germanes» (las tres hermanas) de Txèkhov no parece que les vaya a volver, pues, de la misma forma que pasa con la edad, su descenso al abismo parece diseñado en una única y dramática dirección.
Si bien Las tres hermanas es uno de los textos más reconocidos e influyentes del naturalismo ruso, José Sanchis Sinisterra lo adaptó para la Sala Atrium con una “deconstrucción” que nada tiene de realista. En esta relectura del clásico dirigida por Raimon Molins, se pone el foco en el punto de vista de las hermanas, conociendo más a fondo la evolución de sus sentimientos en cada uno de los actos de la obra original.
Solo tres actrices interpretan toda la historia. Por un lado, representan las tres edades hechas mujeres de las que habla la el texto: la Juventud en las manos de una risueña Patricia Mendoza; la Media Edad de Mireia Trias, a caballo entre la ilusión y la resignación, y la madurez más seria, recta y triste de Marta Domingo. Por el otro, las actrices se desdoblan en el resto de personajes del texto original, pasándolo por el filtro de las hermanas Serguéievna y enfatizando en cada uno de ellos los rasgos que ellas les atribuyen. En otras palabras, lo que vemos son tres personajes que imitan, con naturalidad y sin llegar a la caricatura, aquellos personajes que influyen de una forma u otra en sus vidas.
La iluminación de Raimon Rius se pone también al servicio de las hermanas siguiendo tanto la voluntad explícita de las mismas (-Las luces estaban apagadas, reivindica una de ellas. Y entonces las luces se extinguen), como los sentimientos que les despierta la trama. Merece también la pena destacar la escenografía creada por la propia compañía. En ella, varios relojes de época materializan el paso del tiempo y convierten la sala en un espacio onírico con estética de finales del siglo XIX.
La dramaturgia de Sinisterra reduce mucho el texto dado que se centra principalmente en las escenas relevantes de las hermanas. El resto de momentos quedan rápidamente mencionados. También la dirección de Molins mantiene un ritmo veloz e inusual en este tipo de textos. Dicha característica tiene como ventaja la agilidad con la que la obra transcurre, – poco más de una hora, no vayamos a perder el valioso tiempo que se les/nos escapa a cada segundo-. El lado negativo es que se escapan muchos detalles de la trama que, para los desconocedores del texto original, pueden suponer un hándicap importante. Resulta por tanto recomendable tener una mínima noción de la obra original (y saber qué tipo de ejercicio vamos a ver) antes de comprar la entrada.
Con ritmo ágil, buen trabajo interpretativo y una puesta en escena cuidada, Deconstructing Txèkhov es un experimento teatral, una investigación que llega a la parte más íntima de Las tres hermanas originales. Una historia de sueños incumplidos y sentimientos frustrados en la que el tiempo y la vida, que pasan y nunca vuelven, actúan de verdugos.
Les tres germanes (Deconstructing Txèkhov) de José Sanchis Sinisterra a partir del clásico de Txèkhov
Dirigida por Raimon Molins.
Interpretada por Patricia Mendoza, Mireia Trias y Marta Domingo.
Hasta el 17 de abril en la Sala Atrium.