El Ballet Clásico de San Petersburgo, dirigido por Andrey Batalov y bajo la producción de Tatiana Solovieva, estrena esta nueva versión de El Lago de los Cisnes en el Teatro de la luz Phillips Gran Vía de Madrid. Una puesta en escena con una coreografía muy depurada, unas bailarinas y bailarines con gran técnica y perfección en sus movimientos bajo la música de Chaikovski.
En los 120 minutos que dura el montaje podemos disfrutar de muchos ingredientes que aderezan la puesta en escena pero algo que nos llama mucho la atención es la calidad del vestuario, altamente trabajados.
Apreciamos la teatralidad de la pieza al completo, el bailarín que hace el papel de bufón, no deja a nadie indiferente. Su energía, técnica y elegancia sobre el escenario es capaz de llevar un papel secundario, a una posición aventajada.
Por lo general hay grandes cosas que hacen de esta obra una buena opción para ir al teatro a disfrutar, emocionarnos y pasarlo bien. Pero una parte tan transcendente como la lucha entre el brujo y el principe en la parte final de la obra, queda demasiado pobre en un montaje tan bien trabajado. Esta lucha demasiado sutil, nos deja muy frios.
Es típico ver, cada vez más, que los montajes que circulan entre diferentes países, hagan un guiño a la cultura del país donde se está representando y en este caso también lo ha habido. Un guiño que no siempre es del gusto de todos los espectadores, según comentarios tras la finalización de la obra. A mi nunca me han disgustado estas adaptaciones ya que lo considero un detalle y parte del trabajo de adaptación, pero si es cierto que poco a poco se van convirtiendo en un clásico.
En conclusión, esta puesta en escena del Lago de los Cisnes, es una obra bonita, bien trabajada, llena de técnica y detalles muy cuidados. Un elenco brillante y perfectamente coordinados que nos sorprenderán por la belleza y naturalidad de sus figuras. Una puesta en escena para relajarnos y disfrutar.
