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Crítica de "Julieta y Ofelia, suicidas de toda la vida". Surge Madrid 2018. - Masteatro

Crítica de «Julieta y Ofelia, suicidas de toda la vida». Surge Madrid 2018.

JULIETA Y OFELIA, SUICIDAS DE TODA LA VIDA. Surge Madrid_ 2018

Dramaturgia: Julio Rojas.

Dirección: Aarón Lobato.

Ayte. de dirección: Pablo Martínez Bravo.

Intérpretes: Julio Rojas y Aarón Lobato.

Asesora de dramaturgia: María Velasco.

Movimiento: Chevy Muradai.

Diseño de vestuario: Felype de Lima.

Una producción de Pecado de Hybris y Los Bárbaros Artes Escénicas.

Nave 73. 13 de Mayo de 2018, Madrid.

EL CIELO PUEDE ESPERAR de Carlos Herrera Carmona

Aquel Dios que manda en nuestro íntimo ser,  nos prohíbe partir de este mundo sin su consentimiento. Cicerón.

     Strelher dijo: «La scena, un circo-mondo». Y así este mago, que hizo de la poética en el escenario su credo, configuró hace muchas décadas su «Re Lear» en el Piccolo. Posó con maestría sobre aquella arena a las figuras enloquecidas y endiabladas, con hambre de amor y sesgados por demencias atronadoras, del rey viejo y desmedido, de su prole desagradecida y de su corte tortuosa. La arena y los gladiadores de nuevo, el coso y las bestias contra los hombres, la lucha para que la muerte tarde en pisar el ruedo y la desesperación por no encontrar beso que sacie, abrazo que ayude, Julieta sin su «teatro bajo la arena» o ley que reconstruya lo que Bécquer pensó que el olvido debía habitar.

     Ayer este montaje de rompe y rasga (rompe esquemas y rasga conciencias, sobre todo las burguesas…), me llevó a la premisa de il maestro de Milán. Un ring y la sal, elemento que mantiene la carne del mar sin que se nos pudra; elemento que escuece en la herida sobre la que se vierta, como las de ayer: dos heridas recreadas, remasterizadas, vueltas del revés para contarnos sus pensamientos del derecho que se llamarán «eternamente» Julieta y Ofelia. Las dos criaturas despertaron para nosotros en la Nave 73, rodeadas de haces de luz sabiamente proyectados, sobrios y creando, como ha de menester, el aire, como yo lo llamo, que ha de rondar la escena. La grada, llena, con público expectante. Era el estreno. Ese día que, como bien sabemos todos que nos dedicamos a esto, contamos con el beneplácito del respetable, pero no por ello se deja de sentir el nervio inevitable por mostrar el trabajo lo más riguroso y limpio posible. Así sucedió.

     La pieza de Rojas y Lobato nos lleva de la mano desde una morgue, o limbo, o purgatorio, o antesalas a un cielo o infierno que no se nos devela (mejor) con humor, barroco desdén y diálogos absolutamente contemporáneos. La vinculación con el espectador ya se ha producido de esta guisa divertida y salpimentada y éste ya ha quedado listo para los cuadros que vendrán intercalados llenos de palabras donde abunda la ponzoña reivindicativa y de verso de ambas hacia sus madres, padres y amantes, es decir, todo este corpus que las llevaron a quitarse la vida y a sufrir su condena de vagar errantes con tanta premura para quedar como símbolos vivientes de no se sabe qué, cuando su superobjetivo en la «trama» de Shakespeare, era AMAR, y que parecen estar repitiendo como subtexto el verso lorquiano «Herido/a de amor, herido/a / Herido/a muerto/a de amor».

     La mezcla, como digo, de chispa quasitelevisiva de nuestro día a día, amén de monólogos de exactitud en lo que se dice y en el cómo se dice, alivia su intensidad con sorpresas en movimiento, es decir, bellos cuadros de danza en bucle, con faldas amplias de luto las cuales, cuando ellos giran sobre sí mismos, recuerdan a los derviches turcos cuyo fin era la espiritualidad y llegar a la verdad a través del amor. Las transiciones del humor ribeteado por nombres, tanto de la actualidad como de la toda la literatura más universal, hasta el cadalso maldito que sólo los textos trágicos son capaces de brindar, resultan ágiles y se aceptan tales códigos con naturalidad. Resaltaría instantes donde la genialidad de estos jóvenes es manifiesta, sin embargo temo con ello desvelar lo que usted, lector o lectora, debería descubrir por sí mismo. Mi consejo: acuda a esta función sabiendo de antemano quiénes fueron, son y serán las dos adolescentes que creó para siempre Don William Shakespeare, pero sobre todo, déjese llevar por lo que aún nos pueden contar ambas/ambos desde un más allá bajo el agua y sobre la sal, con notables interpretaciones cargadas con dinamita, y comprobará que siempre hay una vuelta de tuerca en personajes de toda la vida del teatro; siempre hay un prisma novedoso que nos puede hacer reír mucho y sufrir mucho, sobre todo cuando los actores le dan la palabra al personaje «muerto» y éste se expande y «resucita» estrellando literalmente puñados de sal sobre sus corazones hecho trizas por culpa de amantes torpes y manipuladores, insensibles e insensatos al son de un espacio sonoro que contribuye a ese «aire escénico» tan logrado.

     Quedan dos domingos, sólo. Porque según reza el título del film de Warren Beatty y Buck Henry, el cielo puede esperar para que Julieta y Ofelia les cuenten de nuevo su otra historia.

Véase también mi entrevista a los actores en este enlace:

Entrevista a Julio Rojas y Aarón Lobato previa al estreno de “Julieta y Ofelia, suicidas de toda la vida”.

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