Así como existe el sueño americano, una falaz utopía llena de desigualdades e injusticias, también existe su reflejo en nuestra amada y vieja Europa. Las sucesivas crisis que sacuden país por país, hacen relucir la peor parte de una sociedad cada vez más insensible a la violencia, una población psicótica que alimenta las desigualdades guiada por unos políticos que ahondan más en la diferencia que no en lo común de los ciudadanos. Esta es la Europa en la que convivimos y la que Ramón Simó y Magda Puyo fragmentan en Estació Tèrminus, un compendio de cápsulas, secuencias narrativas que encajan entre ellas para dibujar un retrato nada halagüeño de nuestra nación de naciones.
En un espacio rectangular, ancho y largo, con bancos en el perímetro y en el centro, con torres metálicas y pantallas informativas y también un par de cabinas que hacen de lavabo y una zona de descanso con máquinas expendedoras, rápidamente el espectador se hace la idea de estar en una gran estación de tren europea. En ésta, Simó y Puyo, sitúan a una serie de transeúntes que van y vienen, siendo parte de un ruido uniforme que se mezcla con el ruido de los altavoces. Este galimatías, pero, termina dando paso a historias que alzan la voz como la del chico de estética skin y discurso xenófobo, o a discusiones más sosegadas sobre la fe, tanto en Dios como en el capitalismo, o a un discurso político sobre el papel de Europa contra el terrorismo. En medio de estas secuencias narrativas, el trasiego continúa, las prisas, y las secuencias cortas que se repiten mostrando la violencia de género, la violencia verbal y física sobre las mujeres por parte de unos hombres cada vez más cabreados. Racismo, machismo, terrorismo, … La violencia que respiramos.
Aunque el ritmo no decae en ningún momento, no todas las escenas tienen la misma intensidad o el mismo interés. Hay un desequilibrio entre cápsulas pues algunas (las discusiones sobre la existencia de Dios o sobre las bondades y maldades del capitalismo) terminan siendo casi tratados filosóficos, lecciones que los autores dan para mostrar su posicionamiento de una manera demasiado evidente. Es difícil disimular la voz de los autores, su posicionamiento en una obra con un espíritu de denuncia y crítica tan fuerte. Aun así, reflejan distintos puntos de vista de los conflictos que se dan.
Sin duda, la violencia que más planea en la obra es la perpetrada por actos terroristas. De estas secuencias destaca la historia de Tarek, el yihadista catalán que Anna Teixidó narró en “Combatents en nom d’Al·là”. No hay una sola coma inventada. La violencia que suscita las palabras de este joven catalán, de origen marroquí, son todas verdad. Es sólo un diálogo de dos personajes, sin coreografías, sin exageraciones, sólo una conversación epistolar. Sin duda, la secuencia que más daño hace. En el otro lado, una reconstrucción fragmentada y en tono humorístico de los momentos previos a un atentado terrorista en un avión. Y en relación a esta historia, si la intención es la de hacer un retrato de las miserias de la nueva Europa, ¿porque todo sucede en un vuelo americano?
Bajo las órdenes de director y directora están tres actores y tres actrices que se transmutan en varios personajes desde todos los puntos de vista del escenario. Pepo Blasco, Jordi Oriol y Pep Ambrós están espléndidos en distintas secuencias, y de ellas, está especialmente lúcida Judith Farrés, quien imprime personalidad y carácter a sus personajes. La coralidad de la propuesta, pero, equilibra las actuaciones dando, quizás, las secuencias más trabajadas a los actores con más tablas y con quienes más confianza depositan los directores.
Estació Tèrminus de Ramón Simó y Magda Puyo.
Dirigida por Ramón Simó y Magda Puyo.
Interpretada por Pep Blasco, Pep Ambrós, Jordi Oriol, Blanca García, Katy Sey y Judith Farrés
Cápsulas dramáticas sobre la violencia.
En el Mercat de les Flors del 2 al 5 de julio.