Yo Feuerbach nos demuestra dos cosas: que el talento de Pedro Casablanc es indiscutible y que un buen actor no es suficiente para salvar un espectáculo.
Respecto a lo primero, Casablanc se enfrenta a un casi-monólogo en el que interpreta a un personaje muy particular. Un actor, una vieja gloria venida a menos, que se presenta a una prueba 7 años después de haber actuado por última vez. Asustado y dolido por su humillante condición – hacer una prueba parece aquí un castigo divino-, el personaje se refugia bajo su ego -el título ya lo adelanta- y su conocimiento teórico como método autodefensivo. Con este papel, Casablanc hace gala de un gran abanico de registros y de una energía in creciendo impresionante.
Sin embargo, las acciones de la obra son forzadas, poco naturales y están llenas de elementos prescindibles. Encabeza la lista de sobrantes el segundo personaje, un joven ayudante de dirección que espera junto a Feuerbach la llegada del director y del que se intuyen cosas sin que se le dé la oportunidad de explicarse. En realidad, el chico permanece en escena mucho más de lo que cabría esperar, moviéndose de un lado al otro sin más sentido que el de no tapar a Casablanc cuando este habla. Continúa la lista un intento pobre de añadir un toque de humor a través de las intervenciones por el sistema de megafonía y de las reacciones bruscas y ridículas del protagonista.
Quizás es porque la visión de la obra pertenece a la para mí lejana generación a la que representa Feuerbach. Quizá es que porque me ha molestado el claro posicionamiento didáctico a favor del mismo, como si los enchufismos fueran inventos de esta época, como si ahora no existiera la gente trabajadora. Quizá es por el tono anticuado en lo que se dice y en el cómo se dice. O por lo enrevesado y exagerado que resulta el discurso en una trama demasiado estática.
Sea por cualquiera de estas razones, Yo Feuerbach me ha parecido un discurso muy elaborado para una tesis pobre. Una pirueta que no lleva a ningún sitio. Una proeza interpretativa que sólo sirve para alabar los “siempre mejores” tiempos pasados.
Yo Feuerbach de Tankred Dorst
Dirigido por Antonio Simón
Interpretado por Pedro Casablanc y Samuel Viyuela González
Teatre Lliure, dentro del Grec 2016