Mucha tragedia y poco riesgo
Las troyanas no es más – ni menos- que la historia de unas vencidas que esperan su sentencia. Alberto Conejero firma una adaptación clara, directa, que llega y nos interpela directamente como culpables consentidores de la barbarie, atrapados por la idea de que miramos para otro lado porque no teníamos otra opción. Y la dirección de Carme Portaceli aprovecha ligeramente esta idea, pero no la utiliza tanto como podría. Su uso se limita en el único hombre, Ernesto Alterio en el papel de Taltibio, quien aparece al principio de entre el público presentándose como uno más de nosotros. Y es así, con el monólogo inicial, relatando cómo sigue encontrándose con su propia culpa cuando va por la calle o coge el metro, como da voz a las troyanas para que cuenten la historia de su pérdida.
La obra tiene una estructura muy coral, en la que cada mujer tiene su momento y una forma diferente de afrontar la realidad a la que se ve empujada. El denominador común en todas ellas es el orgullo, que en la versión de Conejero intenta ser moderado por la constante y fantasmagórica presencia de Políxena (Alba Flores). Resuena entre las vivas la reina Hécuba, una Aitana Sánchez-Gijón que llena cada palabra de fuerza y presencia. Entre el resto de actrices, encontramos interpretaciones y momentos desiguales. Uno de los más interesantes es cuando Helena, interpretada por Maggie Civantos, se convierte en la única capaz de cuestionar a la reina y tapar su orgullo y su sed de venganza con la fuerza de una verdad incómoda. Por otro lado, se echa de menos un coro en condiciones que acabe de llenar el escenario, y que permita a las actrices abandonar el escenario sin tener que interpretar a más personajes.
La escenografía de Paco Azorín no es especialmente bella ni impactante. Sobre el proscenio, cuerpos metidos en sacos y una torre en forma de T, un recurso no demasiado imaginativo, que se complementa con audiovisuales de refugiados y de las ciudades derribadas de Siria. Traer a las Troyanas a la actualidad es asignatura obligatoria. Y las proyecciones, en los tiempos teatrales que corren, parece que también.
Con todo, estas troyanas se quedan en un montaje más bien comercial, poco novedoso y con mucha grandilocuencia en cada monólogo. Pero ese es también un tipo de teatro que tiene su público, por poco arriesgado que sea. Y se deja ver, por su historia, por su impactante texto y por la vigencia y la denuncia que representa.
Troyanas de Eurípides.
Dirigido por Carme Portaceli
Interpretada por Aitana Sánchez–Gijón, Ernesto Alterio, Gabriela Flores, Maggie Civantos, Alba Flores, Míriam Iscla y Pepa López
Versión de Alberto Conejero
Teatre Grec dentro del Grec 2017
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