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Crítica de 'Taí Viginia' - Masteatro
Taí Viginia

Crítica de ‘Taí Viginia’

Taí Viginia

LOS MATICES DE UN ACTOR

Ya la hemos visto antes, lo que pasa es que no sabemos exactamente dónde: si entrando en el portal protestando, si en la sala de espera de un centro de salud haciéndose un verdadero lío con los medicamentos; si comprando fruta cuando ya la había comprado hacía diez minutos, si riñendo a unos niños encantadores o a nosotros mismos Dios sabe por qué. A esta señora en soledad, desesperada y por ello cascarrabias, ya la hemos visto antes, porque vive con nosotros, forma parte de nuestro día a día. Lo que pasa también es que de burlarnos tantas veces de las torpezas de la vejez, de los olvidos de la vejez, de las trastadas e incomodidades hijas de la vejez, también pasamos de largo, porque estas señoras estorban, incomodan y pensamos que ese instante para nosotros queda remoto. Manuel Monteagudo, sabio en su estudio como actor, ha recolectado todos los matices de estas señoras que se multiplican por miles a nuestro alrededor, los ha volcado en una marmita y el resultado de la soberbia destilación lleva el apocopado título de “Taí Viginia“. En nuestra ciudad, en nuestros territorios sureños, esta pieza es todo un clásico: 600 representaciones. Suma y sigue. La vi hace quince años y esta noche compruebo que sigue estando en pie de guerra. En el sur, el título no requiere traducción, en el norte, tal vez. Y para algo que lo tendrían que subtitular de Despeñaperros p’ arriba, me alegro.

Monteagudo diseña a su personaje, a nuestra señora del principio, desde la ternura; dosifica como estratega cómico los brotes humorísticos, los sintagmas populares a medio terminar, a medio cocer y hacen la delicia del respetable. El actor/creador intercala, fugaces aunque eléctricos, los matices descorazonados que destila la senectud. Me acuerdo hoy del “Augusto” del Teatro del Velador y de María Alfonsa Rosso dando hálito a la “puta libertaria“ de César López Llera. Una tríada entrañable, un tríptico revelador: la vejez desquiciada, la vejez vagabunda y la de Monteagudo: la vejez de toda la vida. Siempre rezuma algo de clown esta vejez que nos espera, por muy irreparable que su diente muerda, según Baudelaire. El personaje también se configura como habitante de este sur que tanta peripecia lingüística y fonética inventa, reinventa y deconstruye. No le falta detalle, como diría esta pobre mujer: el atuendo y sus complementos son perfectos, medidos. Genuina y loable investigación la de este actor. Los artilugios caseros que maneja el personaje convierten el hogar de esta anciana en una bufonada chispeante donde enaltece el saber hacer de su intérprete: todo al dente.

Los años han pasado y la señora que llama entre bromas y veras, entre gracia y desgracia, a Viginia, sigue con nosotros. Se lamenta mucho por su decrepitud galopante, sin embargo, debería saber que sigue tan joven, radiante, lozana y viva como el primer día cuando la inventaron y la sacaron a pasear por las salas de Sevilla al son de “Maruzella”.

TAÍ VIGINIA
Cía. Manuel Monteagudo.
Intérprete: Manuel Monteagudo.
Sala Cero, Sevilla, del 19 al 20 de abril.

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