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Crítica de "Si esto es un hombre" de Primo Levi - Masteatro

Crítica de «Si esto es un hombre» de Primo Levi

SI ESTO ES UN HOMBRE de Primo Levi

Dirección, versión e intérprete: Carlos Álvarez-Ossorio
Dramaturgista y Asesor de Actuación: Juan José Villanueva
Asesor de Alemán y de Cuerpo: Alfonso Hierro-Delgado
Barítono: Pablo Nieves
Diseño de iluminación y técnica: Violeta Martínez

Teatro del Barrio. 25 de septiembre de 2021. Madrid.

CELEBREMOS SER TESTIGOS de Carlos Herrera Carmona

Monólogo tremendo surgido en defensa de la dignidad humana. Y lo demás ha de ser silencio. Álvarez-Ossorio, en la piel de Primo Levi, se mueve entre las luces y las sombras de los pensamientos de este sufridor –más en penumbra sin lugar a dudas- para lanzar una vez más, pues nunca será suficiente, un órdago contra quienes puedan albergar algún resquicio de duda o de odio de lo que significa despreciar a un extranjero.

Curioso que el texto se cuenta en pasado mientras el actante lo reproduce en un presente continuo, lo que origina una mezcla distanciadora que permite asimilar el mensaje situado entre lo real, lo que está sucediendo y la voz omnisciente del narrador que lo revive en el escenario.

Con el actor dirigiéndose tenazmente al público -semejante a una conferencia con ribetes filosóficos-, abre él mismo, dolido por su propio discurso, la representación en sí, y ya desdoblado en intérprete, con el testimonio directísimo de Levi inmerso en el campo de concentración de Auschwitz, levanta una cuarta pared fácil de penetrar.

A pesar de la barbarie que se va describiendo minuciosamente, así como la plasticidad periodística a la hora de relatar las inmundicias y los estragos sufridos tanto por las tareas inhumanas a las que eran sometidos los prisioneros como por el hambre y la sed padecidas por éstos, se despierta en el espectador, sin poesía alguna, la compasión buscada. Lo desagradable se ve envuelto en un halo de conmiseración, de caridad, de ternura para nada gratuita. He ahí el éxito de la comunicación.

Las palabras y frases proyectadas en alemán en la negrura del fondo de la escena crean sin querer pausas dramáticas que, intuyo, sirven para digerir las pulsiones a las que se somete y nos somete el actor. La atmósfera creada (brava Violeta Martínez por la luz, sus efectos, su sorpresa…) en un crescendo admirable hace que el público despida al intérprete con una larga ovación y en pie.

Me quedo pues con la máxima que nos deja Álvarez-Ossorio, aquella de quien sobrevive es porque es peor que los demás, o aquella otra de que lo trascendental  esté en las manos, en los ojos de cualquier testigo. Como asegura Elie Wiesel «el deber del superviviente es dar testimonio de lo que ocurrió. Hay que advertir a la gente de que estas cosas pueden suceder, que el mal puede desencadenarse. El odio racial, la violencia y las idolatrías todavía proliferan.»

Carlos Álvarez-Ossorio ha dejado patente que tenemos una obligación como individuo de reflexionar profunda y perennemente sobre las consecuencias de violar la dignidad humana solo por el mero hecho de ser el Otro el que llega a nuestro territorio, o, peor aún, si somos nosotros los que invadimos y nos apropiamos de las almas que lo habitan en nombre de la muerte, o de la libertad…

Carlos Herrera Carmona es autor y director de teatro. @seville70

www.carlosherreracarmona.com

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