BIENAVENTURADA MENTIRA
Punto de partida: el genio noruego. A medida que se han ido sumergiendo en el estanque donde ese pato salvaje se desliza, me cuentan Lola López y Zarzoso ya en camerinos (también ha trazado este mapa Lluïsa Cunillé, Premio Nacional de Literatura 2010) el arduo trabajo de investigación y deconstrucción que les ha inspirado a mostrar que a veces la mentira es necesaria, y por qué no, útil, vitalmente hablando… Comentarios vibrantes de unos actores que han vuelto a tejer el tapiz que Ibsen nos dejó en herencia.
Las estampas que estructuran la pieza son ocho: aparentemente sencillas, con un toque casi naive, impactan una vez finiquitadas para dar paso a la siguiente. Es un retrogusto amargo el que dejan: saber, por ejemplo, lo pusilánimes que podemos ser ante encubrir o desvelar lo que pensamos. Estampas o flashes que ondean el eco ibseniano de la obra a la que deben el germen de su propuesta, y que van saltando desde la lectura de una postal escrita por una mano infantil que vapulea a unos padres que quedan en estado catatónico, o un lienzo con remembranzas beckettianas, o un sombrero que no cubre sino que descubre…
Puesta en escena sobria con el único soporte de transparencias, luz mínima, espacio sonoro delicado y el duetto, dueño y señor del discurso teatral.
Citaremos para terminar a Robert Hichens, quien también parece querer hacer su aportación sobre el suculento tema de la mentira como necesidad, en su novela El clavel verde (1894): “Mentimos a perpetuidad. Eso es lo que hace la vida tan curiosa y a veces tan interesante. Le mentimos al mundo en público y a nosotros mismos en privado”; y que, junto con las palabras del propio Ibsen: “Si le quita usted la mentira vital a un hombre vulgar, le quita al mismo tiempo la felicidad”, es motivo suficiente para averiguar cómo la Cía. Hongaresa resuelve hoy en día la máxima del noruego.
NOTA BENE: El público hispalense debería alternar sus andanzas -algunas estériles, otras de pura exhibición- por los templos de la capital en estos días y acudir a estos otros templos, los teatrales, donde la exhibición sí que cumple un cometido trascendental- para disfrutar y aprehender con lo que autores y actores nos aportan a nuestro día a día. Esta ciudad sí que tendría entonces un color especial de veras.
PATOS SALVAJES
Companya de Teatre Hongaresa
Un espectáculo de: Lluïsa Cunillé, Lola López y Paco Zarzoso
Inspirada en “El pato salvaje” de Ibsen
Sala La Fundición, Sevilla
Hasta el 11 de marzo