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Crítica de Panorama des del pont - Masteatro

Crítica de Panorama des del pont

Panorama des del puente es hija de una época oscura y de un proceso social e intelectual que vivió en sus carnes su autor, Arthur Miller. Momentos de caza de brujas, años de devoción paterno sexual por su mujer Marily Monroe. Todo eso se refleja en una de las obras más contundentes y duras del autor norteamericano. Ahora el director francés Georges Lavaudant adapta el clásico quedándose a medias por una serie de errores que va desde la dirección de actores a la escenografía.

La historia arranca con fuerza. La figura del abogado Alfieri (fantástico Jordi Martínez) emerge de la sombra y empieza su monólogo anunciando la tragedia que está a punto de contar. Un narrador omnisciente clásico, quien, acertadamente, siempre estará presente en escena observando el devenir de los hechos. Es una figura de la tragedia griega que Miller utilizó para dar las reflexiones más filosóficas sobre lo que sucede y sobre la miseria moral del personaje protagonista, Eddie Carbone, un ser cuyo arco dramático va de la bondad de un padre (que no padre, sino tío) protector al egoísmo de un monstruo depravado.

Siendo una de estas obras que requieren de un actor de peso y con carácter, Lavaudant decide dar el testimonio del estibador italoamericano a Eduard Fernández, un hombre cuya presencia física en escena es absorbente. Aun así, hay algo que falla en la interpretación del actor. Da la sensación de que la decisión de contratar a Fernández para interpretar a Eddie fue precisamente para que hiciera de Eduard Fernández. Puede sonar a tópico, pero vi más al actor que al personaje. Lo que pasa es que el actor es tan bueno y tan intenso que a uno no le puede desagradar su interpretación. Fernández es convincente en su descenso a los infiernos y su caída final tiene momentos sublimes. Pero también hay veces que traspasa la línea de la sobreactuación. Simplemente porque no está bien dirigido, no está mesurado. Lavaudant parece que se apartó a un lado a la hora de guiar sus actores pues este Carbone no es el único personaje mal dibujado.

El oscuro objeto del deseo de Eddie es su sobrina, Kathy, una rubia adorable adolescente que se comporta como una niña (porque así la ve y la quiere Carbone) pero con ambiciones y deseos de adulta (reforzados por los consejos de Beatrice, la mujer de Carbone, que intuye el peligro). El arco dramático de ésta evoluciona al mismo tiempo que el de Carbone, pero a Marina Salas le falta más inmersión en el personaje. Necesitamos ver más la evolución de la niña mimada a la mujer que primero decide poner distancia y finalmente levanta el dedo acusador contra su obcecado tío. Además me molestó esta manera de hablar tan pija, tan estúpida como si quisiera dar un enfoque más infantil. ¿Porque señor Lavaudant? ¿Qué quiere mostrarnos que el propio personaje en el libreto no muestre?

Pero al lado de esta Cathy por hacer está una sobria Mercé Pons, quien a su manera por acción o inacción empuja la trama hacia su destino trágico; Marcel Borràs, tierno, despierto e inocente en su Rodolfo; y un abnegado y serio Pep Ambrós se encarga de dar vida a Marco, el inmigrante ejemplar traicionado y parte ejecutora de la tragedia.

El escenario del Romea en esta adaptación es una caja negra donde se van formando los distintos espacios mediante elementos de atrezzo móviles (sillas, camas, la cabina telefónica…), fondos móviles o proyecciones del puerto de Nueva York y de la oscura noche. Da la sensación de escenografía pobre, nada original. Hubiese sido más interesante ver la casa construida, el salón, la habitación, algo con vida, fijo. Aun así el juego de las proyecciones ofrece momentos de cierta poesía como este final donde a los personajes hieráticos les llueve en el rostro.

Además de los fallos en la dirección de actores así como en la escenografía, Lavaudant se inventa un final que no le hace honor a Miller. En la obra original es Marco el ejecutor de Eddie, pero el director, a lo mejor queriendo reforzar el aspecto más griego de la tragedia, termina librando del asesinato a Marco para ofrecer un suicidio absurdo y patético a un Eduard Fernández que hace lo que buenamente puede para dotar de credibilidad este final. Suerte que luego termina dando la nota reflexiva el abogado Alfieri, sin duda el mejor personaje. 

 

Panorama des del pont, de Arthur Miller

Dirigida por Georges Lavaudant

Interpretada por Eduard Fernández, Mercè Pons, Jordi Martínez, Marina Salas, Pep Ambrós, Marcel Borràs, Rafa Cruz y Sergi Vallès.

Tragedia norteamericana.

Hasta el 10 de abril en el Teatre Romea

 

 

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