Lulú, el bello nombre de la obra del dramaturgo alemán Frank Wedekind, vuelve a estar vivo en los escenarios teatrales españoles. Aunque en ésta ocasión es una Lulú magistralmente diferenciada de las demás, al ser la mezcla de Lucía, Lulú y Lilith, creada bajo la sensible pluma de Paco Bezerra.
Ésta obra está compuesta por un diseño de iluminación maravilloso (Felipe Ramos), que habla también de las luces y sombras de la vida e innumerables realidades. Y también por una escenografía (Mónica Boromello) que destaca por su telón de fondo pintado ( o proyección) al más estilo clásico teatral. Denotando así un fuerte arraigo al pasado que llega hasta nuestros días, como el propio personaje de Lulú o el papel jugado por el Hombre en la Historia de la Humanidad y de la mujer en particular.
Todo en ésta pieza suma, como lo hace la dulce y agresiva música creada por Mariano Marín. Su belleza e intensidad hacen que el espectador esté ávido de nuevos sucesos y lo mantiene en actitud activa y expectante hasta el final.
Luis Luque y Paco Bezerra han logrado otra obra redonda. Y los actores, por supuesto, están a la altura del trasfondo, de los matices y sirven de excelente vehículo de transmisión de un mensaje de auxilio, para que llegue presto y veraz a todo el público asistente a sus funciones.
Una obra que me ha sorprendido tanto su giro que no deseo desvelarle nada a nuestros queridos lectores. Pero sí decirles que es una obra muy necesaria, cargada de erotismo, intriga, belleza y mensaje. Donde además de disfrutar del espectáculo visual y artístico se hará preguntas fundamentales.
Paco Bezerra, Lulú, tantas preguntas… ¿Nos han educado para ser enemigos de la verdad? Como bien decís: Desde que el mundo es mundo, siempre ha habido una historia que se cuenta y una que se oculta. Todos tendríamos que tener la oportunidad de volver a contar el cuento desde la otra orilla…