LA GLORIA DE MI MARE_Choni Cía Flamenca
Teatro Municipal Dos Hermanas, Sevilla. 5 noviembre
Intérpretes: Asunción Pérez “Choni”, Juanjo Macías, Alicia Acuña (Cante) y Raúl Cantizano (Guitarra)
Dirección: Estrella Távora. Idea original: Jiménez Berenguer
por Carlos Herrera Carmona
“La gloria de mi mare” es un retal de la memoria más nuestra, aquélla que nos viene de siglos y que se resiste a abandonarnos. La trama en escena es bien sencilla: mamma acompaña a su hija para que ésta triunfe algún día en los tablaos, y con ello, toda esa sarta de anécdotas, rifirrafes, tropezones y sofocones, pullas y aleluyas que conlleva este archiconocido tema. El quid de esta producción reside en el cómo lo ha llevado a cabo, en cómo ha rizado el soberbio rizo para plasmar con tintes renovados una perspectiva de antaño que todos conservamos en un rincón de la memoria: los cafés-cantantes, la perseverancia maternal que achucha a la artista, la sempiterna copla… flamenco a raudales: Arte.
El ritmo es dueño del teatro desde el minuto uno. Palmas que explotan en bulerías y guajiras y batas de colas que no sólo han sido diseñadas para que las bailaoras las zumben en el viento sino como instrumentos “guerreros” a la hora de enfrentarse en esos duelos de vecindad, pulidos y divertidos –chapeau!– entre unas y otras. Sabe la mano de la dirección hasta dónde estirar el cuento, sabe Távora cómo enhebrar el humor, llevarlo hasta el justo límite y retroceder para que el retrogusto nos sepa acertado; se sabe, se conoce y se deja patente que Choni Cía. Flamenca pilota la nave entre palmas y alegrías. Dramatismo hondo en la voz de Asunción Pérez que sabe también despegarse de su misión cantaora para ejecutar su vis cómica. Ojo a las letras que entona la artista que, no sólo arranca aplausos, sino que forma parte del guión zarzuelesco: sin desperdicio.
La “Choni” y su baile, prototipo de la Escuela Sevillana, cuenta con su participación en festivales y actuaciones internacionales y ha recibido clases de Granero, Manolete, La Yerbabuena entre otros. La bailaora arrancaba al final entre los aplausos los vítores de Brava. Bata de cola siempre en el aire y en sus manos, le permite participar en la historia cómica que abandera su madre sin dejar de regalarnos sutileza en los dedos, maestría en sus poses y taconeos tan rítmicos que parecen estar escritos en una partitura.
Mención especial a los dedos mágicos de Cantizano abrazado a su guitarra de principio de fin.
Y la Madre de la artista. En mayúsculas. Polo opuesto de la otra Madre, la mater dolorosa, también Made in Andalucía. La otra cara, la de Macías, amable, de este Sur de paredes blancas por fuera y de madres de luto por dentro. He aquí la otra Madre sureña, la de las retahílas infinitas, la del motete con su guasa ingenua que nos sigue y nos persigue; la Madre de los besos en cadena, aquélla que nos ampara tanto que ya no sabe cómo hacerlo. Sabe también Juanjo Macías cómo condimentar su personaje, cómo dejar la sorna a medio hacer, sal y pimienta exactas, para reírnos siempre que aparece; el farfulleo aparentemente ininteligible, la chispa de aquí que el artista deja bien claro que no es ni imitable ni canjeable, y ese mínimo margen a la improvisación de la que es mago.
Este espectáculo demuestra que el Sur es capaz y capataz de retomar lo pasado, remasterizarlo sin dejar atrás ni un átomo de la sapiencia flamenca, nuestro sello y denominación de origen, para seguir innovando desde la base, decorando con los gustos actuales y, aunque digan que no se nos entiende cuando nos expresamos, con “La Gloria de mi mare” a buen entendedor…
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