Comunicación ilógica en la ciudad de Crimp.
A Christopher no le dejaban entrar en la oficina porque su tarjeta no le daba acceso. Claire ha conocido un famoso escritor el cual ha perdido su hija que se ha ido con su cuñada. Dos anécdotas que han llenado su rutina diaria. Uno la cuenta al otro, el otro escucha, recibe la información, la comprende y le demanda más información. Esa es la cadena lógica de una conversación, pero en La ciutat de Martin Crimp esta serie no se completa. En el proceso se saltan algún paso y la comunicación quedará alterada. Así pues, en este texto abunda lo ilógico, cierto absurdo en la trama, donde las personas se comunican reservando todo el sentido de lo que cuentan para ellos mismos, manteniendo el misterio de si lo que cuentan es real o es un juego para atacarse mutuamente.
La sala Beckett acoge el montaje de un texto contemporáneo del autor británico con un cuarteto de altura, Joan Carreras, Sílvia Bel, Míriam Iscla y Diana Gómez. Todo ocurre en el jardín del matrimonio de clase media alta, un jardín más de madera que con césped, con una mesita y unas sillas, y con un piano en la segunda parte. En la dirección está Víctor Muñoz y Calafell y como escenógrafo un viejo conocido de la sala, Sebastià Brossa. El elenco nombrado está muy bien. Los cuatro están mesurados, contenidos en las emociones, confundidos a veces, confundiendo siempre. Pero por destacar alguno nos quedamos con Miriam Iscla, esa actriz que antaño deslumbró como actriz cómica y que cada vez más se asienta más en el drama y en los personajes cargados de misterio.
Porque la verdad es que en aquel jardín hay mucho misterio. No es fácil comprender lo que está pasando allí. Hay una serie de indicios que dan a entender que en cualquier momento se va a descubrir un crimen o algún acto terrible. ¿Que está ocurriendo realmente? ¿Por qué Jenny, enfermera, cuenta a sus vecinos Chris y Claire lo terrible que es la guerra, una de estas guerras secretas de ahora, en la ciudad donde combate su marido médico? ¿Qué ocurre realmente con la hija del matrimonio? ¿Porque lleva sangre en los bolsillos? ¿Qué se esconde debajo de todas esas palabras, esas anécdotas de trasfondo dramático? Preguntas que rondan la cabeza de todos los allí asistentes y que no consiguen respuestas. Supongo que al autor le interesa que cada uno decida cual es la mejor de las respuestas. Pero se deduce que a Martin Crimp lo que le gusta es contar unos hechos bajo un trasfondo actual marcado por una crisis que trata más de valores que del dinero. Así las historias que cuentan unos y otros hablan de la guerra, de las relaciones, de la convivencia entre vecinos o de la violencia doméstica. Pero, y aunque todo está dicho, nada es comprobado. Se lanzan acusaciones, barbaridades, pero nada es verificado, todo son verdades relativas. Así a la mitad del relato nos descubrimos angustiados en un clima tenso, en una atmósfera turbia con un único elemento real, un diario personal, que poco a poco va adquiriendo más importancia para descubrirse como la clave definitiva del misterio.
Y al terminar se comprende el artificio, la estructura del juego del autor, dejando una sensación primeriza de que el autor se amparó en un final tramposo, un todo vale porque es un sueño, pero que con la reflexión pertinente se entiende que Crimp hace un ejercicio teatral sobre la figura del autor como personaje. Y así, se llega a la conclusión de que La Ciutat de Martin Crimp es un contenedor de varias obras, de varias historias con un denominador común: las dificultades para comunicar en tiempos de crisis.
Ficha artística:
La ciutat de Martin Crimp.
Director : Víctor Muñoz y Calafell.
Intérpretes : Sílvia Bel, Joan Carreras, Míriam Iscla, Diana Gómez.
Escenografía: Sebastià Brossa.
Enla SalaBecketthasta el 18/12.