L’ Amant. Todos conocemos un ser impoluto. Alguien incapaz de torcerse un milímetro de lo que le está establecido. Una persona a la que siempre vemos impecablemente arreglada, con ropa perfectamente cuidada y todos los accesorios milimétricamente colocados. Alguien que jamás se altera, para quien la calma y el equilibrio son el único pan de cada día. Una persona que se mantiene correcta en todo momento.
Visualiza a esa persona. Imagínatela con su caminar tranquilo y su sonrisa imperturbable. ¿La tienes en mente? Pues ahora cambia la escena, porque puede que en este mismo momento él o ella esté en la cama, solo o acompañado, gozando de sus más primarios instintos.
L’ Amant de Harold Pinter es una crítica feroz a la convención impregnada de doble moral en la que a veces se convierte el matrimonio. La pareja protagonista, unos acomodados esposos ingleses, equilibran su vida saciando sus impulsos irracionales con amantes mutuamente aceptados. Mientras, mantienen una fachada tan fría como impoluta de cara al resto del mundo.
El texto está perfectamente encajado para ofrecer un ritmo lento y pesado con abundantes silencios y en el que cada diálogo aparentemente inocente requiere de una lectura entre líneas. En este caso, la producción del Teatre Akadèmia dirigida por Guido Torlonia engrandece el efecto, empezando por la puesta de escena y la preciosa e insinuante escenografía de Ricard Prat i Coll llena de formas ovaladas que se mueven inestables como péndulos. Cada elemento está perfectamente configurado para interpretar una metáfora de la sensualidad y la lujuria. Mostrarlo todo sin enseñar nada es el lema y la virtud del montaje.
Sin embargo, el elemento más chocante es la disparidad de tonos que hay entre los dos actores protagonistas. En una voluntad de retratar el estereotipo que representa, Alícia González Laá huye del realismo y nos ofrece a una Sarah especialmente distante, casi ida, cuando ejerce de esposa. Este hecho acentúa de forma mucho más patente el cambio radical que sufre su personaje cuando se encuentra con Max, su amante, y deja libre toda su sensualidad. Por su lado, Pep Planas opta por una interpretación más común que queda confrontada con la de su compañera. Las interpretaciones corresponden por tanto a dos formas diferentes, aunque igualmente válidas, de afrontar el texto. Los actores están en distintas órbitas cuando deberían compartir el mismo camino. El tercer actor en discordia, Javier López, tiene un papel muy pequeño pero más acorde con el registro de González Laá, motivo por el que deduzco que el enfoque del director es más partidario de esta versión más onírica y estilizada de los personajes, que sin embargo no llega a materializarse en el caso de Planas.
Una obra que nos plantea cuestiones sobre la hipocresía clasista. Sobre la necesidad de demostrar nuestra felicidad constante. Sobre las apariencias que nos impiden dejarnos llevar. Todo está permitido siempre que lo mantengamos en secreto. ¿Podemos vivir en la fantasía?
L’ Amant de Harold Pinter
Dirigido por Guido Torlonia
Interpretado por Alícia González Laá, Pep Planas y Javier López
En el Teatre Akadèmia hasta el 29 de mayo