KAFKA ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA
Hasta el 2 de marzo, se representa en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero “Kafka enamorado”, una joya del teatro íntimo, al que August Strindberg denominaba “Teatro de cámara”, que nos acerca a la persona que fue el genial escritor Frank Kafka, a sus más profundos dilemas y sufrimientos.
Esta obra, a la que Luis Araujó ha dado forma a partir de la correspondencia que Kafka mantenía con su amada Felice, nos presenta una historia de amor real y compleja, que termina de forma dramática, ante la imposibilidad de realización del amor que sentían el escritor y Felice, una mujer independiente, y adelantada a su tiempo, incapaz de comprender lo necesidad literaria de Kafka, en la que el genio encuentra su manera de expresión, de realización, en definitiva, su vida, pero que, sin embrago, para Felice no es más que “escribir cuentos”. Esta imposibilidad de comprensión entre ambos, incapaces de entender las necesidades del otro, llevará al fracaso esta relación de cinco años de duración (1912‐1917), basada, principalmente, en un intercambio de cartas, los cuales estuvieron llenos de diversos compromisos y rupturas.
Constantemente tenemos alcance a la obra de Kafka, a su “Metamorfosis”, a “Contemplación”, pero con este montaje, de manera excepcional y genial tenemos la oportunidad de acercarnos al hombre, al ser humano que se esconde detrás de esas letras y que nos descubre un ser paralizado por el miedo, preso de la enfermedad y de sus manías, incapaz de liberarse de su trabajo de funcionario, del influjo familiar y de la autoridad paterna. Esta imposibilidad de superar barreras, al mismo tiempo que la necesidad imperante de desentrañar los enigmas del hombre a través de su escritura, tendrán como resultado la renuncia a un verdadero amor, y tal vez, a la felicidad y la luz, para refugiarse en la sombra, o… ¿ será para Kafka ésta la luz verdadera?
Un velo muy chejoviano inunda este espectáculo, en cuanto a la contención de los personajes y de los actores, así como el protagonismo que gana el drama interior de Kafka y Felice, frente a los pequeños acontecimientos que se suceden, y que no dejan de ser un pretexto para mostrar esas incógnitas que atormentan al ser humano.
Solo unas líneas para hacer mención a la brillante interpretación de los actores, Beatriz Argüello y Jesús Noguero, pues mejor que las palabras pueden comprobarlo los espectadores en la Sala de la Princesa, disfrutando de esta pequeña joya que hace grande al teatro.