Igual que hace en Madrid Miguel del Arco en el Teatro de la Comedia, en Barcelona también han programado Hamlet para homenajear al bardo inglés para el 450 aniversario de su nacimiento. En este caso se trata de una propuesta dirigida por Pau Carrió, responsable el año pasado de una de las joyas de la programación del Teatre LLiure, Enric V. A su lado repite otra vez Pol López, un chico (y es que aún tiene esta apariencia de niño travieso) cuyo talento ya lleva unos años mostrándose tanto en comedia como en drama y quien, con el mismo director, se consolidó con un monólogo de poner los pelos de punta, Iván i els gossos de Hattie Naylor. Así el Teatre Lliure vuelve a aproximarse al mito con una de las duplas más creativas del último año.
La propuesta de Carrió empieza por una traducción del texto desnudándolo de cierta artificiosidad y pomposidad que tiene el verso de Shakespeare y aproximándolo más a un lenguaje más llano. Como ya demostró en el citado Enric V, el director siempre pretende modernizar el clásico desde un punto de vista más aséptico, frío, con una escenografía diáfana, sin elementos decorativos. Todo el poder para la palabra y la interpretación. Y en Hamlet sigue el mismo patrón y, junto con la sabiduría de Sebastià Brossa, diseña un espacio sin nada, una sala rectangular formada con grandes losas gris metal que transmite sensación de solemnidad y de vacío. En él se mueven todos los actores, entrando desde hasta 4 puntos, desde los laterales y desde dos oberturas en la pared frontal, dejando entrever un pasillo por el que se mueven y se comunican también los personajes.
También es a través del vestuario que marca la modernidad de la propuesta así como diferencia los roles y las clases sociales de los personajes, de la armilla de Claudio a la blusa de Gerturdis, pasando por la sobriedad y el luto en la americana larga de Hamlet o el mono de trabajar tal mecánico del sepulturero. Además Carrió introduce dos canciones fantásticas para marcar dos momentos muy intensos en la historia: Alors on danse de Stromae, una canción dance francesa que lo “petó” en toda Europa hace unos cinco años, desatando al príncipe en un baile frenético al confirmar su tío como el asesino que es; y el Cornerstone de Benjamin Clementine, una fantástica canción publicada hace un año con una letra que acompaña el sentir de Hamlet justo antes de batirse en duelo con Laertes (I’m lonely, alone in a box of stone). Dos momentos cumbres donde Pol López refrenda la comunión con su personaje.
Y es que de Hamlet se hacen de muchos tipos, y el de Pol López es uno de los buenos. Seguramente le quedan muchísimos papeles a este actor, pero Hamlet es sin duda uno de los que más ilusión puede hacerle. En este desafío, Pol López da el tono que Hamlet necesita, entre la rabia, la locura, la vulnerabilidad y sobre todo la sabiduría que la figura suelta a través de sus reflexiones internas y sus diatribas con sus amigos y enemigos. Pero no anda solo. Viene bien acompañado por Eduard Farelo, tiránico, despótico y de pecho hinchado en su Claudio, Rosa Renom, una Gertrudis bien posicionada pero sin arriesgar mucho y una sorprendente María Rodríguez. Desde la primera aparición, vemos una Ofelia distinta, como si fuera una adolescente llena de rabia y rebeldía contenida con su padre, Hamlet y su entorno inmediato. Su mirada lo dice todo y cuando transita a la locura, en ella vemos el viaje regresivo de Ofelia hacia la niña rota e insensata que es. También no se puede olvidar la presencia y la bondad de Xicu Massó a través del personaje de Poloni, así como el desdoblamiento de los actores Pau Vinyals y Marc Rius, demostrando versatilidad tanto en sus papeles más cómicos (Rosencratz y Guildernstern) como con los más contenidos y dramáticos (Horacio y Laertes).
Un año más nos maravillamos con la figura más universal de William Shakespeare, Hamlet, gracias a una adaptación seca, fría pero muy próxima gracias a unas interpretaciones de carácter, nada impostadas ni de verbo rimbombante. Muy natural, un “culebrón” real.
Hamlet de William Shakespeare
Dirigida por Pau Carrió
Con Pol López, Eduard Farelo, Rosa Renom, María Rodríguez, Xicu Massó, Pau Vinyals y Marc Rius.
Hasta el 17 de abril en el Lliure de Gràcia.