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Crítica de Gust de cendra - Masteatro

Crítica de Gust de cendra

Guillem Clua es un tipo que sabe jugar muy bien a las reglas del juego teatral, sabe crear estructuras complejas, aborda conflictos sociales a través de la mezcla de géneros y sobre todo dota de naturalidad sus personajes y las historias que les suceden ofreciendo por debajo distintos sentidos e interpretaciones a lo que allí sucede. El año pasado arrasó con Smiley, una comedia romántica sobre dos gays, pero Clua siempre ha tirado más a lo dramático, al suspense. Ahora se estrena en Barcelona un texto del 2006 que habías estrenado en Nueva York con buena acogida. Se trata de Gust de cendra y se representa en la Sala Muntaner por la compañía Trac3.

Tres turistas de Nueva York visitan Jerusalén. Una pareja que viene a celebrar sus cinco años de matrimonio y también para que él sea tratado de su soriasis en un balneario del Mar Muerto. El tercero en discordia es un joven ex alcohólico que busca encontrar el sentido a su vida a través de las historias que emanan de la tierra sagrada, aún sin ser creyente. A su lado están dos palestinos, una mujer y un chaval, que sobreviven a la miseria y la opresión una como camarera del hotel de lujo donde se hospedan los turistas y el otro vendiendo suvenires en el Monte de los Olivos.

Clua compone por un lado un triángulo formado por los turistas, con sus propios fantasmas que combatir. Los personajes evolucionan de forma natural, presentándose de una forma para terminar ofreciendo esta cara más oculta. Aún así el personaje más trabajado, con el que más se llega a empatizar y en el cual se puede reconocer más al ciudadano americano (o occidental) tipo es el del marido. Un tipo que empieza siendo un capullo integral, con tintes racistas y que termina actuando como un buen samaritano, aún sin dejar de pensar y descalificar una cultura que no es la suya y que no le da lo que pide. Porque la crítica en este texto no es contra el sin sentido del conflicto palestino-israelí. Clua no se mete en camisas de once varas y no se mete en los porqués del conflicto, ni pretende dar soluciones ni lecciones. Él describe dos sociedades en un conflicto de guerra, pero sólo osa criticar una, la que conoce: la occidental. Eso sí da un tono de aproximación a la cultura judía a través de las fábulas del Antiguo Testamento que el joven ex alcohólico cuenta para dar la metáfora justa hacia el conflicto de aquella tierra y a los suyos propios.

Mientras tanto, Fawziyah y Yasir parece que traman algo. Una primera escena donde él le entrega un paquete a él sirve para levantar todas las sospechas al espectador. Este paquete será ocultado en la cocina del hotel, pero en medio sin querer se entrometerá el marido. Este elemento de suspense lo sabe jugar muy bien Clua, jugando con nuestras expectativas y poniendo a prueba los prejuicios existentes. Pero demostrando el buen oficio, Clua da las pistas necesarias para el giro y la resolución del conflicto en los elementos que rodean el relato, en los personajes de los cuales se habla pero que no se ven y en los actos más pueriles. Y al final la casualidad, la burla del destino se manifiesta cargada de simbolismo en una piedra.

Simbólico es también el decorado, formado por dos estructuras sobre ruedas, grisáceas, que se encajan entre sí. Es un muro que va delimitando el espacio por donde se sientan y se desplazan los personajes tal como si fuera el bar del hotel, el Monte de los Olivos o la casa de Fawziyah. El resultado es funcional, pero muy pobre, se nota el presupuesto ajustado con el que deben trabajar Trac3. Lástima porque el texto tiene una potencia y un simbolismo que se puede trabajar mucho más a través de la escenografía.

El elenco, formado por cinco actores, con distintas formaciones y experiencia está bien compensado, aunque a veces el texto pida más carácter y se queden más bien planos. Pero a esta compañía se le debe agradecer mucho el esfuerzo para estrenar el texto de Clua en la Sala Muntaner después de hacerlo hace dos años en el Teatre de Ponent de Granollers. Eso da cuenta de las dificultades de las compañías de aquí de montar sus giras por el territorio.

 

Gust de cendra  de Guillem Clua.

Dirigida por Josep Sala.

Interpretada por Ramon Canals, Roc Esquius, Guillem Barbosa, Míriam Puntí y Georgina de Yebra.  

Drama sobre el choque de culturas.

En la Sala Muntaner hasta el 25 de mayo.

 

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