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Crítica de "Frágil" de Daniel Dimeco - Masteatro

Crítica de «Frágil» de Daniel Dimeco

FRÁGIL de Daniel Dimeco.

Autoría y dirección: Daniel Dimeco.

Reparto: David  Aramburu  y Cristina Canudas.

Producción: Karoo Teatro.

Sala Umbral de Primavera. 18 de abril. Madrid.

CON O SIN EDÉN por Carlos Herrera Carmona

El autor nos da la bienvenida. El espacio permite esta cercanía e intimidad para la ceremonia que, según sus palabras, va a ocurrir frente a nosotros cuando entremos en la sala y traspasemos el umbral. Como en otras representaciones al uso donde el ritual es la guía y/o el envoltorio, el actor y la actriz, a punto de traspasar otro umbral, aquel que los introduce en el mundo de los personajes, nos esperan. El público guarda silencio de santuario. Las velas, no importa que sean eléctricas, aportan lo suyo a este concepto. Y comienza la historia… Dos seres se enfrentan a otro tránsito: el viaje que en breve los llevará al morir. El amasijo de recuerdos, que no es más que ese estar a las puertas de la muerte, se agolpa, se entrelaza, se retuerce. Odi et amo y vuelta a empezar. Del “yo te acompaño, no te pierdas, ni te canses” al “nunca me contaste qué te pasó y por eso te insulto y por eso te vuelvo a amar (no son citas de la obra). Los seres circulan, o más bien deambulan, por, sobre, ante, bajo, desde, en, tras un limbo. No queda claro si es una tierra baldía inspirada en los poemas de T.S Eliot donde “los hombres huecos” buscan éstos cómo rellenar sus almas, o es su particular jardín del Edén de donde son expulsados o readmitidos. Como en la anterior pieza que vi de Dimeco, el enemigo es incorpóreo y nos espera más allá de las lindes que hemos trazado sin querer. También el jardín en el imaginario de autor y reparto podría haber sido ideado por El Bosco, tal vez así es el panorama de nuestra mente justo antes de emprender ese otro viaje. No olvidemos que venimos y nos vamos de aquí por un único canal, aunque nos resistamos a empren der el retorno obligado. La representación, tras diálogos dónde las piezas que faltan son tarea del espectador completarlas y dónde los saltos temporales agitan su actitud, trata de responder preguntas sin respuesta y se desvanece en cuanto los seres atraviesan la tormenta, salen del limbo, mueren.

El reparto no sale a recibir el aplauso. Parece no querer o no necesitar la recompensa consabida. Lo demás es silencio, como dijo Hamlet. Silencio, a callar he dicho, nos hundiremos en un mar de luto, como dijo Bernarda.  La fragilidad impera. También la fragilidad será nuestro verdugo que la muerte ha contratado.

Tras la ceremonia, el autor despide y agradece no sin antes concedernos un encuentro con él mismo y el reparto. El público no pregunta casi. El público se consuela en una suerte de terapia en grupo. Tal vez la fragilidad, la nuestra, asusta, y ayer, bastó una pieza para exponerla. Pero no olvidemos que de un jardín fuimos expulsados y ya no hay retorno a aquel jardín. O sí.

Carlos Herrera Carmona es autor, director y crítico teatral.

www.carlosherreracarmona.com

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