Este maestro del humor, que es el querido Luis Piedrahita, vuelve a deleitar al público con un nuevo espectáculo cargado de sorpresas, giros inesperados, sutilezas, asuntos cotidianos y docenas de silogismos que hacen de él un mago del ingenio.
Antes de comenzar ya se vuelve interesante: por megafonía solicita -entre bambalinas- a las personas que van entrando en la sala, que escriban sus preguntas e inquietudes y las depositen en una caja que hay situada en proscenio. Y al resto, que no se pueda acercar, que haga un avioncito de papel con las suyas y las lancen al escenario (las que caen en el patio de butacas desde el primer anfiteatro, son relanzadas a su vez). Todo esto mantiene a los asistentes muy entretenidos jugando a ser niños de nuevo… ¡ya comenzó arriba!
Luis empieza lucubrando sobre el tipo de preguntas que puede haber en el interior de la caja, como: ¿qué pasa si tomas veneno caducado, te envenenas más? ¿Las plantas de interior, en la naturaleza dónde viven?…
El público se ha quedado anonadado al ver, oír y sentir a este genio de la palabra, que coge una idea, la estira cual si fuera un chicle alargándola hasta el infinito, y que improvisa llevando los conceptos tan lejos que traspasa el surrealismo. Su imaginario es tan extenso que logra desencriptar quién escribe las letras de los villancicos y por qué nos pica la piel de cuando en cuando, sin razón aparente.
Hay una razón para ir a ver a Luis Piedrahita en directo: ¡puedes participar! Este mago de la comicidad, del discurso y de la escena involucra al espectador durante todo el show, haciéndole preguntas, jugando con él, endulzando su paladar al recordar sus nombres… La verdad es que es un hombre inteligente, con una capacidad de reacción muy rápida y elocuente y un don para hilar todos los elementos que ha ido cosechando durante la noche, que hará que nunca le olvides.