La compañía de La Tristura presenta en el Grec Cine, una obra con una propuesta escénica preciosa y arriesgada tanto como el tema sobre el que trata y su desarrollo dramatúrgico. Hablar sobre la realidad de los bebés robados en España no es algo frecuente en el teatro español, pero la compañía madrileña da el paso partiendo de un supuesto encuentro anecdótico. Tal como cuenta Celso Giménez, autor y director de Cine (junto con Itsaso Arana, también actriz en el montaje), antes de dar inicio a la obra, se topó de frente con el caso de un conocido, quien se había enterado que era un niño robado, había investigado quiénes eran sus verdaderos padres y se había encontrado con la opacidad de la administración. Investigar y a imaginar hasta tener el material para escribir esta particular road movie de Pablo, un joven músico que busca pistas sobre la identidad de sus padres biológicos.
Pablo (el músico Pablo Un Destruktion) es un joven de unos 30 años, músico, un tipo tranquilo el cual conocemos ya inmerso en la búsqueda de cualquier indicio que determine donde nació y de quién. Pablo tiene hasta tres partidas de nacimiento, pero la sensación es que realmente para la administración él no existe. Una abogada experta en el tema trata de arrojarle luz sobre el tema, pero lo único que puede hacer es animarlo a seguir la única pista que ha encontrado: el juez que le dio en adopción a sus padres sigue vivo en Turín. Pablo inicia el viaje. Mientras tanto, en paralelo se nos presenta el personaje de una joven fotógrafa que expone al tribunal (nosotros, los espectadores) su idea de proyecto artístico en el cual quiere investigar sobre rostros de gente enmarcados en fotografías de acontecimientos relevantes. La intención es la de tratar sobre el arrepentimiento del hombre occidental. Este personaje no sólo nos deja una serie de reflexiones muy potentes sobre la historia y la manipulación de la sociedad, sino que sirve de espejo reverso en el final, cuando Pablo y esta chica se encuentran en la casa del juez.
La historia, el punto de vista y el punto de partida son sin duda muy atrayentes, pero el relato contiene un desajuste en alguna de sus escenas. La apuesta de La Tristura parece ser más el de componer una serie de cuadros escénicos que transmitan una serie de emociones y reflexiones más que cuidar el ritmo y la tensión que esta búsqueda requiere. Así como las escenas con la abogada hacen avanzar la acción, otra como la secuencia de la fotógrafa con los niños no aporta nada más que una simple frase relevante para la resolución final. Lo que aquí importancia es la travesía de Pablo, un personaje definido como un hombre calmado, pero con tesón, un tipo solitario pero no huraño, que siente la soledad. Todo eso lo refleja en dos episodios en el hotel de Turín: una preciosa escena en el bar donde Pablo flirtea con la camarera (fantástica reflexión aquella que dice que realmente tenemos la edad del momento en que fuimos concebidos, la edad del semen) y otra donde llama a una antigua novia y le deja un mensaje de voz recordando que en aquella ciudad habían estado los dos. Dos retratos que, aún no hacer avanzar la acción, nos transmiten el estado vital del protagonista.
El gran problema pero de Cine está en su resolución. No hay resolución, sólo un final abierto. Ok. Pero un final abierto, digo yo, que da opciones para que el espectador pueda escoger entre un final u otro, ¿no? La Tristura deciden terminar su historia en el momento en que parece ser que Pablo puede encontrar una aliada (la fotógrafa) en su búsqueda. Pero nos quedamos con la duda de si esta chica se une a Pablo y, al mismo tiempo, trata de complementar su proyecto artístico. La última escena que vemos es Pablo saliendo de la pecera y cantando una canción que repite con esta rabia tan característica de Pablo Und Destruktion, repitiendo “De tanto galopar me caí de la burra”. Y nada más. Que cada uno decida si encuentra o no sus progenitores. Pero un servidor hubiese agradecido un poco más de desarrollo de la historia, de saber lo que podían encontrar Pablo y la chica, al mismo tiempo que se profundizaba en las relaciones de poder de la España franquista. Había mucho más recorrido tanto dramático como reflexivo por hacer. Pero no. Lo cortan aquí y la excusa es que Pablo sólo es uno entre 300.000 más. Pero porque entonces deciden contar la historia de Pablo? Es que no creen que tenga suficiente interés? ¿No le das importancia en el momento en que la cuentas? ¿O es que ya no sabían por donde tirar? Los finales abiertos han de transmitir una sensación de intranquilidad que en Cine no se da.
Pero a pesar de este gran lastre, La Tristura hacen una propuesta escénica fantástica, original, preciosa y con mucho sentido. En la entrada el público recibe unos cascos auriculares que deberán ponerse para escuchar la totalidad de la obra. La idea es sumergir al espectador en una experiencia cinematográfica, donde prácticamente toda la acción sucede en un escenario tapiado con una pantalla de metacrilato transparente. Es una pecera sobre la cual se van proyectando también los nombres de las estaciones que Pablo va dejando atrás en su periplo. Así con el sonido envolvente y una serie consecutiva de cuadros escénicos muy bien diseñados (siempre ocupando pequeños espacios en el escenario y dejando el resto vacío), Cine termina siendo una experiencia preciosa de ver, de entender y de analizar.
Otro plus de calidad para la obra también lo dan sus intérpretes. Si bien como actor Pablo Und Destruktion resulta un poco soso, sí que es verdad que este carácter le sienta bien al personaje. Luego está Itsaso Arana, muy solvente en el papel de la fotógrafa y la voz dulce que narra algunas reflexiones en off. Pero es sobre todo la argentina Fernanda Orazi la que se lleva la palma. Es la primera vez que un servidor se tropieza con esta enorme actriz, una mujer que hace de la naturalidad y la verdad su máxima expresión en cualquiera de los personajes que representa: la abogada combativa, la camarera resuelta o el viejo juez que siente que ha actuado con total justicia. Un talento que trataremos de seguir de cerca si viene otra vez a Barcelona. Ah, pero sí que hay un lastre interpretativo. Bueno, más de dirección. ¿Qué pintan los niños allá? Nada, de nada, de nada. Un recurso fácil para enternecer al espectador en una historia muy dura. Innecesario.
Sea como sea, y a pesar de estos errores importantes, La Tristura ofrecen algo realmente original en el juego escénico, un precedente para otras compañías que busquen innovar. Al principio de la obra Celso Giménez se quejaba de que ya habían pasado nueves años de su primera visita a Barcelona. Esperemos que a partir de ahora sus visitas sean menos espaciadas. Vale la pena seguir compañías tan arriesgadas como La Tristura.
Cine de La Tristura.
Dirigida y escrita por Celso Giménez e Itsaso Irana.
Interpretada por Pablo Und Destruktion, Itsaso Arana y Fernanda Orazi.
Road movie sobre los niños robados.
En el Mercat de les Flors el 22 y 23 de julio.