LA HIJA DE CARMEN
Atrapa esta Carmen. Y más a pocos metros de su cuna, de esa Fábrica de Tabacos que la vio nacer o la hicieron nacer. Esta Carmen se mueve y remueve por escena más viva que nunca: engatusa, enamora, desquicia, arrebola, se entrega con amor y/o cuerpo como su más lícita/ilícita moneda de cambio y consigue que el elenco se arremoline a los pies de sus volantes para eso, para que atrape. En esta Sevilla su éxito está garantizado. Carmen y el Tenorio es como la Macarena y el Gran Poder: tándem glorioso…
Y dado que la pieza -Alamo/Zurro dramaturgia/dirección respectivamente- nos asesta por el final, me dio por pensar -al autor no, pero a mi como espectador sí- que, a partir de ese momento, yo estaba siendo testigo de las idas y venidas de la hija de esa Carmen, de que a la que habían matado fue a su madre y que, por malabares del Destino y el Tiempo, en la Buhaira su hija había tomado el relevo pasional de la que la trajo al mundo y, como la vida misma, la historia se estaba repitiendo. Porque esta Carmen es la viva estampa de aquélla, aunque con brío más adolescente, si cabe más juguetona, con miradas y retruécanos de gitanilla, de Julieta inconsciente, de mito recién nacido. María José Castañeda, vibrante, sin bajar la guardia y haciendo honores a su madre Carmen La Cigarrera, lidera la noche y la hace suya en el teatro estival de la Buhaira.
El reparto la arropa bien, la cuida y nos hace sonreír. Instantes y estampas certeros: la escenografía (Curt Allen Wilmer: chapeau), ambiente folklórico en taberna, il capo (Néstor Barea) y sus hampones. Se resiente todo este torbellino de colores y pasiones, de retruécanos y mitomanía en la arquitectura frágil del texto y un time gap (¿?) cercano al final donde se nos quiere hacer ver que no hay nada nuevo bajo el sol y que el amor rueda como un bucle, etcétera… No todo lo transgresor siempre debe ser impactante, ni todo lo que impacta debería añadir un paso más a la hora de narrar un mito de siempre. Las vueltas de tuercas a veces chirrían. Afortunadamente siempre hay un reparto que las engrasan y logran sacar una buena faena adelante, aunque la ganadería sea mansa. Salida, eso sí, por la Puerta del Príncipe para la Carmen de Mª José Castañeda, vítores para sus chispeantes primas (Paquita Montoya/Montse Rueda) y vuelta al ruedo para Escamillo/Soldado cordobés (Sergio Domínguez) acompañado de su cuadrilla (Motilla y Barea).
La hija de Carmen reivindica lo que su madre forjó y en Sevilla siempre será su saga bienvenida.
CARMEN
Teatro Clásico de Sevilla
Dirección: Alfonso Zurro
Dramaturgia: Antonio Alamo
Reparto: Mª José Castañeda, Néstor Barea, Moncho Sánchez-Diezma, Juan Motilla entre otros
Palacio de la Buhaira, Sevilla.