La urgente necesidad del debate
La compañía británica DV8 Physical Theatre ha vuelto a Madrid. Y lo ha hecho con un
montaje controvertido que provoca indefectiblemente el debate sobre un tema incómodo
acerca del cual nadie se atreve a hablar: el avance del Islam extremista en nuestra
sociedad.
Can We Talk About This? es “verbatim theatre” (término que en castellano traduciríamos
como teatro documental) por lo cual utiliza material de archivo (a través de las pantallas
del escenario) y reproduce discursos, conversaciones o entrevistas en boca de los
actores/bailarines.
El montaje comienza con una pregunta que casi nadie se atreve a contestar: “¿Os sentís
moralmente superiores a los talibanes?” El bailarín insta a que levantemos la mano si es
así. Sólo veo a un hombre que lo haga ante la incomodidad del resto de la platea. El
bailarín continúa: “Y si no, ¿por qué no?”. Tras este poderoso comienzo, se llevan a
escena la controversia y fatales consecuencias derivadas a partir del libro “Los versos
satánicos” de Salman Rushdie, la famosa caricatura de Mahoma en el periódico danés
Jyllands-Posten o el cortometraje “Submission” de Theo van Gogh, por el que,
recordemos, fue asesinado por un extremista islámico.
No se puede decir que el espectáculo no remueva. Lo hace. Pasando el ecuador del
montaje, un espectador se levanta increpando a los intérpretes (después pregunto a una
chica que me comenta que les acusó de anti-islamistas) y se marcha dando un sonoro
portazo.
Sin embargo, el único punto crítico del show radica en su propia naturaleza. Al tratarse de
teatro documental, hay veces que se echa de menos más acción en escena, pues la
dinámica del espectáculo (en muchas ocasiones) es reproducir material de archivo a
través de los intérpretes con el fin de crear un collage acerca de este asunto y crear así el
necesario debate.
El grupo de bailarines/actores elegido para la ocasión es (como siempre con DV8) toda
una declaración de intenciones. Con una técnica exquisita, este elenco es un ejemplo
claro de integración. Bailarines de diferentes razas (varios de ascendencia árabe) y
backgrounds, entre los que me gustaría mencionar a Joy Constantinides, una bailarina de
62 años con movilidad limitada en las piernas (sólo te das cuenta de esto en los saludos,
al final del show) pero sobrecapacitada para la danza (desterremos la palabra
discapacitada de nuestra lengua de una vez por todas, por favor).
Más allá del talento de los intérpretes, la bella música elegida y la impecable dirección de
Lloyd Newson, he de decir que llevaba mucho tiempo sin ver un espectáculo tan
necesario y valiente como “Can We Talk About This?”. DV8 recupera así el genuino
espíritu de la reivindicación del debate que, a través del arte, en algunas afortunadas
ocasiones, ha hecho avanzar la sociedad.
El caso es que no nos atrevemos a criticar una religión cuyos extremistas han incitado al
odio más profundo hacia los homosexuales y todos los que no vivan de acuerdo a la
sharia (la ley islámica). Quizá en España, parte de la razón de esta cobardía sea que los
sectores críticos de nuestro país han estado siempre demasiado ocupados avisando del
peligro de los extremistas católicos. Pero no sólo por eso, sino además -y esto es lo que
plantea el espectáculo de Newson- por el temor generalizado de ser tachados de racistas
e islamófobos.
Mientras redactaba esta crítica, investigando por la web he encontrado grupos que piden
sharia para España (al igual que ya han hecho en otros países de Europa). Es decir
desean que eliminemos la libertad de nuestra existencia para vivir de acuerdo con los
dogmas arcaicos de una religión de naturaleza represora y nada igualitaria. Y el
verdadero problema es que ni siquiera nos atrevemos a criticar esto, como sí lo hacemos
sin dudarlo con otras religiones.
Como se dice en el impactante cortometraje Fitna (al que se hace referencia en el
espectáculo y que se puede ver en la web): “Los musulmanes quieren que dejes libertad
al Islam, pero el Islam no deja que tengas tu propia libertad.”
La búsqueda de igualdad es un instinto humano innato. Y ninguna religión debería
oponerse a ella. Las cosas irían mejor si, como dice una de las intérpretes en un momento
dado, centrásemos nuestros esfuerzos de integración en las personas y no en las
creencias.
Hasta ahora hemos estado callados, pero la realidad implica que tengamos el valor de
alzar la voz. La realidad hace imprescindible el debate.