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Crítica de 'Campanadas de Boda' - Masteatro
Campanadas de boda

Crítica de ‘Campanadas de Boda’

Campanadas de boda

Parece ser que el teatro catalán va a quedar huérfano de una compañía que después de 32 años va a cerrar las puertas por suponemos no poder hacer frente a la crisis ni tampoco por no ver ya su función dentro del panorama cultural del país. En las notas de prensa anuncia Jordi Milán que ha invertido lo que les queda en la última producción de La Cubana, Campanades de boda. El público decidirá si el presupuesto ha sido bien invertido y si aún hay quienes tengan ganas de ver a esta compañía en acción. Si fuera por este crítico, ¡que sigan muchos años más! La Cubana hace una función en el teatro catalán que pocos la saben hacer y cada dos o tres años es necesario tener un nuevo espectáculo suyo, y así poder reír con sus vodeviles costumbristas, sus parodias musicales.

Aquí La Cubana, especialista en hacer mofa de distintos sectores de la sociedad, de personajes estereotipados, se fija en un evento social importantísimo en la cultura humana como son las bodas, para demostrar que detrás de todo casamiento hay siempre un gran teatro. Así pues la familia Rius, floristas de toda la vida, casan a la niña con un actor indio de Bolywood. Así durante más de dos horas asistimos en la primera parte a todos los preparativos para la boda y a la segunda nos metemos ya de lleno en el evento. De buenas a primeras, cabe decir que la idea en sí es perfecta para el look de La Cubana. La compañía catalana siempre ha mostrado unos personajes y una escenografía expresamente hortera, con unos colores vivos y contrastados rallando lo kitsch, buscando siempre la exageración de los vestuarios, los decorados, siempre haciéndolo todo a lo grande y vistoso. Y todos esos atributos sirven también para describir a la cultura india y, por supuesto, al cine de Bollywood, grande exagerado, con mucho colorido y muy kitsch. Por tanto la conjunción de los dos universos se resuelve en una fiesta absoluta y delirante donde se mantienen todas las señas identificativas de la compañía catalana.

Cuesta arrancar un poco en la primera parte con la presentación de los personajes principales y la escena de la decisión de la boda, probablemente hasta podrías ser prescindible. Pero una vez se nos sitúa a escasas horas para la ceremonia el ritmo se incrementa y la aparición del resto de la familia ya comienzan a suceder los múltiples conflictos en la organización del casorio: que si el concejal que tiene que oficiar la boda civil está enfermo, que si el sitio para oficiar la boda no acoge a todos los invitados, que si por allí aparece la católica, apostólica y romana Tía Consuelo avisando de que cantará el salve, que si la mujer de Narcís, el hijo, no quiere llevar la hija a la boda,… Todos estos contratiempos avisan de que no será una boda fácil, pero siempre hay quien lo sabe llevar con buena cara, quitándole hierro al asunto, y este personaje es la manolita, la mujer que ha llevado la casa durante toda la vida. Ésta, interpretada brillantemente por Maria Garrido, se luce en distintos números musicales como el que dedica a su novio que no quiere casarse con ella o el que cierra brillantemente la primera parte, Al día que sirve para hacer la traslación perfecta a la segunda parte, el «bodorrio».

Mientras en la primera mitad del show se nos presentaban todos y se sucedían algunos conflictos, pensaba que le faltaba al espectáculo de La Cubana algo que des de su génesis llevan haciendo siempre, la interactividad con el público. Pero durante el cante de la Manolita ya se traspasa la cuarta pared justo cuando esta baja a la platea para terminar la canción y irse por el pasillo central. A partir de entonces, el auténtico festival de La Cubana empieza. Uno de los secretos guardados en la primera parte se desvela entonces: el sitio donde se oficiará la ceremonia será en el Teatro Tívoli, al lado del café donde se conocieron los novios y los allí asistentes son los invitados al casamiento. Durante una hora los actores saludan al público, se dejan caer sobre la gente y para darle un toque más de alegría (que esto también es una boda hindú, hombre) se viste a la gente con pamelas y tocados llenos de color. Pero hay otro golpe de efecto y, también, otra señal del ADN de la compañía, la interactividad con el vídeo. Así, resulta que el casamiento será hecho por video-conferencia pues el novio no ha podido trasladarse por trabajo. Entonces aquí se oficiará la ceremonia por lo civil (con arrebatos cristianos de la Tía Consuelo) mientras en el video se ve la ceremonia por el rito hindú con sus invitados y por supuesto sus magníficos números de bollywood (sobretodo esa magnífica versión de Paraules d’Amor de Serrat adaptada al hindú).

Campanades de boda es sin duda una fiesta multicultural en toda regla made in La Cubana, con la que acabas borracho de reír. Y cerrando el show, los actores ofrecen a modo de despedida del show y con sabor a adiós de los escenarios, el número musical, Com ens agrada fer teatre donde manifiestan su amor al teatro y al oficio de actor. Se les va a echar de menos.

Campanades de boda de La Cubana  
Director y guionista: Jordi Milán
Intérpretes: Mont Plans, Jaume Baucis, Xavi Tena, Toni Torres, Maria Garrido, Annabel Totusaus, Meritxell Duró, Babeth Ripoll, Montse Amat, Bernat Cot, Oriol Burés y Jordi Milán.
Escenografía: La Cubana/ Castells Planas
Coreografía: Leo Quintana
Vestuario: Cristina López.

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