Resulta fácil establecer paralelismos entre la comedia francesa y la catalana. Obras del primer grupo como El nom (El nombre) o Un déu salvatge (Un dios salvaje) no son tan diferentes a creaciones del segundo como El Crédit (El Crédito), Losers o Els veïns de dalt (Los vecinos de arriba), por citar algunas. Comedias sencillas, lineales y contemporáneas que desarrollan su historia a partir de una anécdota más o menos singular y un protagonismo coral de personajes estereotipados. Algo así como la sitcom teatral. Este formato, originario del país vecino, se llama comedia de boulevard. Y poca broma, porque acostumbra a ser sinónimo de gran éxito.
Art entra perfectamente en este tipo de obras en las que el entretenimiento está asegurado y la sombra de algún tema ligeramente profundo puede incluso llegar a vislumbrarse. En esta ocasión, la francesa Yasmina Reza –creadora también de Un déu salvatge– pone sobre la mesa la camaradería entre personas que tienen distintas formas de ver la vida. Para ello, utiliza la compra de un cuadro casi blanco por 200.000 euros para hablar sobre la amistad y la incomunicación.
Miquel Gorriz dirige esta puesta en escena interpretada por tres de los nombres que más suenan actualmente en el teatro y la televisión catalanes. Lluís Villanueva interpreta a Sergi, el comprador, un amante del arte contemporáneo que ve el cuadro como una gran inversión en belleza y prestigio. El actor se siente cómodo con un perfil fino y delicado parecido al que ya interpretó en la también francesa El nom que en Catalunya protagonizó y dirigió Joel Joan. Por su lado, Francesc Orella se pone en el polo contrario convirtiéndose en el amigo más burdo, pragmático y políticamente incorrecto. Un tipo de papel que al actor le va como anillo al dedo después de triunfar con la popular serie Merlí, hacer de Falstaff bajo la dirección de Konrad Zschiedrich o, un tiempo atrás, protagonizando el western contemporáneo de Manel Dueso Mata’m.
Si bien el conflicto entre tan opuestos personajes está servido, es en el medio donde está la auténtica sorpresa: Pere Arquillué deja el heroísmo protagónico al que nos tiene más acostumbrados y se pone en el papel del amigo frágil y conciliador, un perdedor moralista que acaba convirtiéndose en la víctima de sus compañeros. Al actor, lo habíamos visto antes en contados papeles cómicos, como el marido rabioso de Els veïns de dalt, pero no en un perfil tan manso y sensible como el que crea para la ocasión. Arquillué defiende con virtuosismo un personaje mucho más complicado de lo que aparenta, pues es el que protagoniza los momentos más divertidos y también el que desprende más ternura.
Merece una mención especial la escenografía de Jon Berrondo en la que apenas un sofá y una silla de estética moderna y llamativa nos transportan enseguida a ese ambiente posh y rompedor tan propio del mundo del arte contemporáneo. Atentos también al fondo blanco que nos da más de una sorpresa.
Sin dejar el formato naif y convencional propio del formato que la caracteriza, la obra no deja de ser una propuesta interesante. Divertida, entretenida y hasta cierto punto curiosa. Una comedia de boulevard francesa que, a juzgar por el éxito que han tenido sus predecesoras en nuestro país, seguro va a cosechar grandes éxitos de taquilla.
Art de Yasmina Reza
Dirigida por Miquel Gorriz
Interpretada por Pere Arquillué, Francesc Orella y Lluís Villanueva
Teatre Municipal de Girona, dentro de Temporada Alta 2016.
Hasta el 15 de enero en el Teatre Goya.
*Crítica supervisada dentro de la iniciativa #novaveu de la plataforma Recomana.cat. Gracias a Jordi Sora y a Jordi Bordes por los comentarios recibidos.