“Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir” (Dalai Lama)
Porque la vida es un suspiro y no somos dueños ni siquiera de nuestros días, sólo marionetas al servicio de nuestra voluntad y nuestra naturaleza más humana, o en algunas ocasiones más perversa, que nos vapulea y nos pasea por los acontecimientos de la realidad que nos toca vivir, sin pedirnos permiso ni tener la más mínima consideración con nosotros que somos sólo, objeto de los caprichos de un destino que nos tocó en la tómbola de la vida…y de la muerte.
Obra perfecta y sencilla en su más pura esencia que nos pasea a lo largo de tres generaciones de una familia y nos muestra las luces y las sombras a lo largo del recorrido emocional de todos los personajes. Constelaciones familiares, como el gran maestro de éste terreno (Peter Bourquin) señala, que marcarán nuestro sino y que si no resolvemos, seguirán en nuestro camino y en el de nuestros descendientes.
“Cuando deje de llover” es un hermoso espejo en el que reflejarnos. El retrovisor de nuestra propia autopista. Una obra profunda, que lanza directa al corazón, que emociona sin tener más pretensiones que mostrar el sino de los nueve personajes que la componen y que tocan al espectador.
Plásticamente perfecta en todos sus movimientos escénicos e integrados con suma gracia e increíble inteligencia dentro de la dramaturgia bajo la batuta de su director Julián Fuentes Reta y de su ayudantía Mónica Dorta, sólo se sirven de un par de mesas y una pequeña cocina que tan importante es en los ámbitos familiares y que realmente bien podría servir como símil de foco de calor en cualquier hogar que se precie.
Actores impecables, en estado de gracia y generosos en sus interpretaciones que sirven su cuerpo y psique en bandeja para que el respetable disfrute de éste maravilloso texto de Andrew Bovell (autor desconocido hasta ahora para mí y que me ha sorprendido gratamente) como si de un suculento manjar se tratase. Destacar especialmente si cabe, el buen hacer de Pepe Ocio que nunca defrauda sobre las tablas, Consuelo Trujillo y su miedo por caerse en la calle que despertaba tanta ternura y una espectacular, grande y conmovedora Susi Sánchez que me hizo deshacerme en lágrimas.
Los que amamos la cultura y el teatro salimos impregnados de pura magia y los que no, después de verla, cien por cien seguro que igual que entraron no saldrán y eso es grande, porque el teatro cambia, modifica y transforma, o simplemente nos hace pensar. Una obra que no nos podemos perder bajo “ninguna” circunstancia.
Y recuerden que…el espectáculo siempre debe continuar.
¡Arriba el telón!
Matadero. Naves del español hasta el 21 de dic.
Intérpretes: Jorge Muriel, Pilar Gómez, Consuelo Trujillo…entre otros…
Director: Julian Fuentes Reta
Autor: Andrew Bovell
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