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Calígula de Mario Gas estrenada en el Festival de Mérida
Calígula de Mario Gas un absurdo muy real

Crítica de ‘Calígula de Mario Gas’

Tras el pasado estreno en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida el 12 de Julio del 2017, llega Calígula al Teatro Cuyás donde inicia su gira otoñal por España.

Calígula, primera obra teatral del talentoso escritor Albert Camus, fue todo un ejercicio ético sobre el mal uso del poder llevado a cabo por el gobernante del Imperio Romano. Basada en éste personaje histórico, cuyo gobierno duró escasamente cuatro años, sirve a Camus para hablar y lanzar preguntas a un pueblo devastado por las dos Guerras Mundiales. Comenzó a escribirla a finales de los años 30 del siglo pasado y no la terminaría de retocar y estrenar hasta 1945. Todo esto sirve para dar a entender la profundidad e importancia de esta obra maestra.

La escenografía (diseñada por Paco Azorín) es una plataforma que ocupa todo el suelo escénico, colocada en diagonal al piso y elevada, al menos, dos metros desde el fondo hacia proscenio. Con dieciocho ventanas marcadas en negro que sirven como tumbas o baño turco a lo largo de la pieza. Esta construcción da limpieza y magnitud a lo que sucede encima. Dicha escenografía dio problemas al ser adaptada para el Cuyás, o al menos ese fue el motivo que nos dieron por el retraso de casi dos horas que sufrió el espectáculo.

La vestimenta de los actores (diseñada por Antonio Belart) resalta por su marfil impoluto, su estilo años cuarenta y por los contrastes que generan en escena con otras indumentarias negras, un canto al glam rock y a los rebeldes del cine (aunque también pone su toque al niño rico-pijo con su jersey al cuello, tipo golfista.

Varias cosas en la dramaturgia chirrían al espectador ávido de estas dramaturgias tan necesarias: ciertos temas relacionados con la indumentaria, la salida de un Calígula transformado en un David Bowie circense y dos de los personajes cinematográficos, fuera de la ley, como el último Jocker de Batman y La Máscara de Jim Carrey. Damos por hecho que hay detalles que ponen los directores en sus versiones que siempre se nos escapan, pero esta vez muy lejos.

Ha sido un placer ver esta obra representada tras largo tiempo. Un reparto repleto de buenos actores catalanes y sobre todo disfrutar con dos actores cargados de verdad escénica como David Vert (Helicón) y Pablo Derqui (Calígula). Música espectacular a cargo de Orestes Gas. Y también placentero resulta observar cómo el público se iba levantando para marcharse durante la representación porque había cosas que desde la escena le estaban resultando molestas: como que el gobernar sea sinónimo de robar, el desheredar a los ricos patricios para entregarlo al Estado, que si la Hacienda Pública es importante entonces la vida humana no vale nada, la mentira en los literatos,…
Una obra diseñada por Camus que, gracias a esta versión de Mario Gas, muestra la actualidad de la infamia cometida por los gobernantes de todos los países que combaten con la tiranía y nunca con la verdad. La locura es la única salida cuando violan todas tus libertades como ser humano. Personas que muren sin haber sido felices; pero todo el mundo muere, es una cuestión de tiempo y paciencia (dice Calígula).

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