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Andrea Pixelada, una previa - Detrás de los píxeles

Previa de Andrea Pixelada

Detrás de los píxeles

El pasado martes, en rueda de prensa, Marianella Morena dijo que, más allá del contenido,  detrás de cada proyecto se esconden varios relatos. En las últimas semanas he podido vivir de primera mano el que se esconde detrás de su nuevo montaje, Andrea Pixelada, que se estrena esta noche en la Sala Beckett de Barcelona. Semanas intensas de trabajo, un equipo completamente heterogéneo y una manera muy característica de entender y vivir el teatro.

46635762254_ddb9980e6f_zPara mí, todo empezó hace exactamente dos meses, el primer día de ensayos. Para el equipo la historia ya venía de mucho antes. La propuesta nació de una coproducción a tres partes entre la Beckett, el Pavón Kamikaze de Madrid y el Teatro Principal de Palma. Entre otras cosas, las tres entidades se repartieron las aportaciones de capital y equipo humano. Los catalanes propusieron a la dramaturga Cristina Clemente y los madrileños a la directora uruguaya. Y así empezaron las dos, enfrentándose al desconocimiento pero equipadas con sus voces, la escucha mutua, y el skype a través del cual comenzaron sus charlas. 

Sin embargo, para Marianella la creación empieza realmente en la sala de ensayo, abierta siempre al cambio, a la probatura y al descubrimiento. Poco queda en el montaje de las ideas que había en un principio. La prioridad ha sido clara: la escena, la emoción y la espontaneidad por encima de la premisa, el didactismo y la previsión. La directora, que se encuentra más cómoda en el calificativo de creadora escénica, ha querido focalizar el peso del espectáculo en la actuación, en el juego y en la verdad de los sucesos. En el camino se han perdido muchos matices del texto, pero también se ha ganado en expresividad.

Si cada proceso tiene su relato, este también esconde su ideología en las dinámicas de trabajo. Para lo bueno y para lo malo, la uruguaya ha subrayado con sus ensayos el proceso de creación colectiva. Y eso ha sido especialmente notable con el trabajo de los actores, que han tenido la libertad, pero también la responsabilidad, de co-crear el espectáculo. Los ensayos partían de propuestas iniciales y para nada definitivas, “puertas de entrada” a partir de las cuales todo era posible. En este aspecto, el trabajo a partir de los llamados “paréntesis emocionales” ha sido todo un descubrimiento. Más allá de lo que dice el texto, ¿qué pasaría si el personaje fuera totalmente libre? ¿Qué haría? ¿Cómo expresaría con su cuerpo la intensidad de lo que siente? Desfogarse, llorar, reir, gritar, entrar en éxtasis… Un ejercicio casi terapéutico que requiere de una gran valentía actoral: Energía, fuerza y sobretodo la capacidad de desnudarse emocionalmente, de dejarse llevar. Y después, la dificultad añadida de cuadrar toda esa energía con los diálogos y la historia que se cuenta.

Poco a poco, fue construyéndose en la sala de ensayo una atmósfera muy distinta de la planteada originalmente, con el crecimiento de algunos personajes y la redefinición de otros. Se encontraron así otras facetas no planificadas: La imperfección de Andrea (Roser Vilajosana), la ternura de Jairo (Borja Espinosa), la valentía de Elena (Assun Planas), y Pilar (Mima Riera)… Según el final del texto, Pilar vuela. En el montaje, además, ilumina.

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Y así, entre probaturas, errores, cambios, aciertos y descubrimientos, el montaje fue avanzando e incorporando progresivamente nuevos elementos. La detallada y sorprendente escenografía de Paula Bosch, que sufrió múltiples cambios hasta el último momento. La iluminación de Guillem Gelabert, que tiñe por completo las escenas y las dota de personalidad. La música de Clara Aguilar, que ha pasado por un sin fin de estilos y posibilidades para terminar en la opción con la que mejor se desenvuelven los actores y que más completan a los personajes (con letras de Roser Vilajosana y de Vicka Duran, la siempre eficiente ayudante de dirección). Pero también han sido importantes el vestuario de Berta Riera y la caracterización de Coral Peña (poco se habla de la dificultad de mantener un peinado o un tinte de pelo durante todas las funciones). En definitiva, un equipo mayoritariamente femenino que sin apenas conocerse ha tenido que unir sus fuerzas para remar en una misma dirección.

Y así hasta llegar al estreno. Podría decir que este relato termina para mí después de los saludos de esta noche. Podría decir también que para el equipo aún continuará un par de meses, entre las funciones de Barcelona, Madrid y Palma. Pero seguramente eso no sería del todo cierto.  El proceso ha sido complejo, con muchos problemas a solucionar y decisiones que tomar. Pero también ha sido de aprendizaje, de cooperación y de enriquecimiento. Y eso se quedará en todos los que lo hemos vivido, del mismo modo que el resultado pasará a formar parte a partir de esta noche de cada uno de los espectadores que vea el montaje. Yo no sé si, como Andrea dice en la obra, la ficción puede cambiar el mundo. Pero sí que sé seguro que lo hace más reconfortante. Solo por eso ya vale la pena.

Andrea Pixelada de Cristina Clemente
Dirigida por Marianella Morena
Interpretada por Roser Vilajosana, Mima Riera, Assun Planas i Borja Espinosa
Ayudante de dirección: Vicka Duran
Escenografía: Paula Bosch, Ayudante de escenografía: Paula Bosch
Iluminación: Guillem Gelabert, Música: Clara Aguilar
Vestuario: Berta Riera, Caracterización: Coral Peña
Fotografías: Kiku Piñol
Hasta el 14 de abril en la Sala Beckett. Del 24 de abril al 12 de mayo en el Pavón Teatro Kamikaze
Más información aquí

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