Recuerdo un artículo que escribí hace años sobre tres versiones muy diferentes de Los Macbeth representadas casi simultáneamente en Madrid. Y puedo citar también cuatro versiones diferentes de Ricardo III que se han hecho o se harán en un periodo no superior a dos años. Suele pasar con las tragedias de Shakespeare. Un texto se pone de moda y de repente salen montajes de debajo de las piedras.
El Hamlet de Kamikaze Producciones, uno de los platos fuertes del Festival Tercera Semana de Valencia, es a mis 22 años el cuarto montaje de la obra que veo. Si tenemos en cuenta que en mi niñez tenía otras distracciones más acordes a mi edad, podemos hacernos una idea de la frecuencia con la que se repite. De hecho, la última vez fue hace tan solo un par de meses… Y sin embargo, cada montaje es diferente. La propuesta de Miguel del Arco e Israel Elejalde brilla precisamente cuando más propia y única queda representada. Os dejo con algunos de los motivos:
- El Hamlet Elejalde. Decía Pau Carrió que un Hamlet nace siempre de la sintonía entre un director y un actor. A nadie le extraña pues que Elejalde sea una vez más el muso de Del Arco. Si el Hamlet de Pol López era un muy natural pozo de incredulidad, Elejalde opta más por transmitir la ira en sus monólogos más transcendentales. Sin embargo, cuando más despunta es con sus intervenciones satíricas con el resto de personajes, desde una aparente frialdad e indiferencia más que convincentes.
- Ofelia descarriada: Olvidaros de la imagen pura e inocente a la que estamos acostumbrados. Aquí Ofelia empieza la obra en la cama con Hamlet. Así, a lo loco. Y es precisamente la locura la que más descarriada la hace. Nada de túnicas blancas ni de cancioncillas tristes. Aquí el sufrimiento por la muerte de su padre la vuelve fresca, barriobajera y atrevida, en la que es la mejor escena de Ángela Cremonte.
- Teatro y metateatro: Si hay algo más de moda que representar un Shakepeare, es hablar a través de una obra de la función del teatro en la sociedad. Y Hamlet para eso va muy bien. “El mundo es un teatro…” dice el protagonista. Y va más allá, aleccionando a los artistas para que no busquen el chiste fácil: “Si esta pintura se exagera o se debilita, excitará la risa de los ignorantes…”. Eso es lo que podríamos decir que ocurre en el momento íntimo entre los reyes Gertrudis y Claudio (Ana Wagener y Daniel Freire), cuyo “¡viva Dinamarca!” recuerda peligrosamente a las famosas “matrimoniadas” de Pepa y Abelino. Más acertada resulta la escena en la que los actores interpretan a los cómicos, con dos siluetas ocupando su lugar en el trono de forma casi imperceptible. Por cierto, muy bueno también el cambio de acento de Freire, al que el deje argentino solo se le escucha cuando se pone en la piel del actor.
- Los enterradores: Los amantes de Hamlet coincidirán en que el sepulturero es uno de los personajes más cautivadores en todos los montajes de la obra, tanto por la difícil puesta en escena que conlleva como por el agudo contenido de su discurso. En este caso, se introduce la figura de un segundo enterrador y se convierte el monólogo en un diálogo fresco lleno de vida y humor.
- Sombras y cortinas: El montaje cuenta con una escenografía sin grandes ornamentos pero con un uso muy estudiado de la luz y el audiovisual. Una puesta en escena con mucha penumbra y llena de ritmo y coreografía en la que las sombras y las cortinas ocultan constantemente a los personajes.
Ser o no ser … Todos son Hamlets, por más Hamlets diferentes que haya. Y es que el príncipe de Dinamarca da mucho de sí: Teatro, hipocresía, dolor, locura, venganza y mucha ironía. Las TRAMAS, así en mayúsculas, son las que son. Y depende de cada director/actor decidir el envoltorio. El resultado, miles de botellas embelleciendo una misma fragancia. Y como la perla – envenenada o no, según como se mire- ya nos la conocemos, nos toca evaluar las distintas conchas y ver cuánto de nuevo nos aportan.
Hamlet, de William Shakespeare.
Dirigido por Miguel del Arco (Kamikaze Producciones)
Con Israel Elejalde, Ángela Cremonte, Cristóbal Suárez, José Luís Martínez, Daniel Freire, Jorge Ken y Ana Wagener